Diario de viaje 3.
Martes 2 de mayo. Roncesvalles – Zubirí.
Etapa 2: 21,8 km.
St. Jean – Zubirí: 46,7 km.
A Santiago: 727,4 km.
A las siete nos levantamos todos, pero desde las seis ya se escuchaba el quilombo de los que hacían las mochilas, guardaban las bolsas y no sé que carajo más.
Armo peor que antes, obvio y voy a tomar un café al mismo lugar donde cené anoche. Me lo encuentro a Caio y salimos al Camino. Estuvimos todo el día juntos lo cual no está mal, salvo que me estoy cansando de hablar brasileño y no puedo estar ni un rato solo.
Durante el recorrido tuvimos un par de subidas menores que el día anterior, un desayuno en Espinal a las diez de la mañana el segundo pueblo que cruzamos, una tortilla con jugo de naranja en Vizcarret a las doce en el único bar con una mesa grande de madera en la puerta y acompañados por los holandeses; una casi pérdida salvados por la famosa escuadra que no agarró ni el camino de la derecha ni el de la izquierda sino uno del medio que casi no se veía y una subida larga, calurosa, cansadora y densa por estar todo el camino embarrado hasta el Alto del Erro para luego, como siempre, tener una bajada fuertísima hasta Zubirí.
Al llegar a Zubirí, cruzamos por el puente gótico de la Rabia sobre el río Arga y, luego de dudar un par de veces, finalmente encontramos el albergue. Es una antigua escuela donde habilitaron una de sus aulas como dormitorio de peregrinos. Me instalo, me lavo con agua helada, logro sacar pesetas de un cajero porque el banco sólo abre a la mañana y voy a tomar un café a la panadería confitería cafetería del pueblo.
Al rato de estar sentado, escribiendo, se larga una lluvia impresionante. Ya es la segunda vez que llueve antes que pase una hora de haber llegado. Los holandeses están en la mesa de al lado y uno de ellos el que tiene más cara de macanudo le pregunta a la señora que atiende:
hay algún bus de Pamplona para St. Jean Pied de Port?
si, hay uno por día.
y a qué hora sale?
a las 6 de la mañana.
y a que hora pasa por acá?
a las 6 y cuarto.
Le agradece y se va, pero yo me quedo colgado con eso. Claro, pienso, tarda doce horas y cuarto. ¿Cuánto tardará en llegar a St. Jean? Imagino lo molesto de volver tan largo viaje por el simple hecho de probar el camino por tres días.
Largo rato tardo en darme cuenta lo equivocado que estoy. Veré si puedo explicarlo un poco: El primer día de St. Jean a Roncesvalles tardé 10 horas; el segundo, de Roncesvalles a Zubirí tardé 7 horas. Así es como lo viví yo, peregrino. Pero lo que no me di cuenta es que en esas 17 horas recorrí solamente 50 km. Y que de Zubirí a Pamplona hay solamente 20 kilómetros más, es decir que el bus tarda solamente 15 minutos en llegar de uno a otro. Lo relativo de los tiempos. Este es un tema que hoy, aquí en Zubirí ya me sorprende demasiado. Decido entonces que desde mañana, no me voy a pasar media hora revisando la cama, debajo de ella, en algún costado o por ahí buscando algo que pueda haber olvidado ya que si así fuera, puedo tomar un bus o un taxi y, en menos de media hora, desandar todos los pasos de la jornada, buscar lo que me olvidé y volver hasta donde llegué caminando.
Cuando se me acalambra la mano de tanto escribir, decido volver al albergue; sello la credencial y luego uno de los holandeses, al verme peleando con el tabaco y el papel para hacer cigarrillos, me enseña a armarlos. Más tarde voy hacia el único restaurante abierto del pueblo con Caio, tres japo-brasileñas y Juan, un español que comenzó en Roncesvalles. Como es muy temprano aún, tomo una Coca, camino por el río, y hasta hago Tai-chi en un puente cercano que parece abandonado.
Cuando vuelvo ya están todos ubicados en la mesa. Pido una ensalada rusa, atún con salsa de tomate y natillas. La charla como siempre es en brasileño, pero al rato de esforzarme me canso y me dedico a saborear la comida. Al terminar, volvemos al albergue despacio, pues hoy no tiene hora de cierre ya que hay algún partido de fútbol importante y nos “dejan” ir a verlo. Me hago un par de puchos sentado en la puerta del albergue, mientras me sigo asombrando de lo patético que es ver a un tipo grande y su esposa con pijama de frisa y ojotitas. Esta noche dormiré entre mantas porque no tengo ganas de sacar la bolsa.
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