Diario de viaje 15.
Martes 16 de mayo.
Burgos – Hornillos del camino.
Etapa 14: 18,3 km.
St. Jean – Hornillos del camino: 304,5 km.
A Santiago: 469,6 km.
Me despierto, desayuno y levanto el paquetón que hice para mandarle a mi tía. En el correo, lo pesan y me dicen que son 7600 gramos!!!!!! ups, es too much realmente. Igual, calculo que habré comprado dos o tres kilogramos entre mochila y manta.
De vuelta en el hotel cargo la nueva mochilita con todas las cosas colgando y salgo al camino otra vez. Hago mil paradas acomodando cosas o reajustando la mochila. Lo lindo es que quedó sin peso pero la mochila no es tan cómoda como creía.
Los dolores varían, como siempre. El talón no jode, pero el dedito del pie derecho hincha mucho las bolas. Raro, porque estos días vendado no jodió nada. El dolor de los músculos también se siente bastante. El hospitalero de Burgos me da una espuma para el pie, para que me haga masajes cuando pare.
Caminando rumbo a Rabé no puedo parar de pensar:
“De Rabé a Tardajos
no te faltarán trabajos;
de Tardajos a Rabé,
¡libéranos, Dominé!”
Aunque ya no esté el pantano infranqueable sino una carretera asfaltada no puedo sacármelo de la cabeza.
El caminar tiene algo extraño. Poco a poco uno entra en un estado semi hipnótico, como de meditación. Los pensamientos fluyen, se suceden, se conducen o se siguen. Y el camino va pasando.
Muchas veces pienso que puedo haberme equivocado de camino pues hace mucho rato que no veo una flecha. Al toque sé que no me equivoqué y sigo. Pero pasado otro tiempo sigo sin ver ninguna señal y es ahí cuando, en vez de desandar mis pasos, me deposito en la mano divina para que me conduzca donde quiera.
Siempre que siento eso, pasan como máximo diez segundos hasta que aparece la nueva marca. Es como que en cierto sentido, Santiago va delante mío conduciéndome y pintando flechas cuando logro entregarme. ¿Es muy loco, no?
Hoy el camino anduvo bien, muy lindo. Es totalmente diferente con poco peso, pues así es un tema menos en la cabeza. Volvió la invasión brasileña. Sergio, una pareja y luego dos chicas de Floripa según me contó él.
Mientas caminaba rumbo a Rabé de las Calzadas, me colgué con los saddhus. Hacen de esto su estilo de vida o, más bien, su vida. Largan todo y van de peregrinación a lugares santos, luego o en su caminar viajan entre pueblos dando bendiciones o consejos a la gente. El concepto guita o comida es por donación.
Y yo, acá, disfrazado de turista alemán, ahora fumando un purito en un bar perdido por el norte de España. Sé que es mi forma, pero lo siento como una falta de respeto a los verdaderos peregrinos. Que se yo, voy resolviendo y equivocándome en mis problemas con métodos tan capitalistas como los que teóricamente rechazo.
La búsqueda del camino interior a través del sistema. La comodidad y seguridad que da el mismo.
No creo que esté mal, sino que de alguna forma me vuelvo a enfrentar en dos mundos: Oriente y Occidente. La búsqueda de una puerta para salir de una fábrica de puertas.
Son extraños cuadros que veo de mi mismo, y muy comunes también en la generalidad. Solo compramos figuritas.
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