Hoy pensaba en las raíces, en inspiraciones que nos llegan, como recuerdos, como visualizaciones. Una serie me dejó pegada una idea, la idea una sensación y la sensación trajo un recuerdo que no viví aún en esta vida.
¿Qué nos atrapa? ¿Qué nos llama? ¿Todo tiene sentido o somos un sin fin de casualidades al azar? ¿Por qué algunos lugares nos llaman más que otros, pero van cambiando según el momento de la vida?
Hay tiempos en que pienso que nuestros pensamientos y sensaciones son solo producto de lo que elegimos para nutrirnos (lo que vemos, leemos, oímos, olemos) pero en otros momentos siento que no es tan así, que hay algo interno que nos quiere decir algo, que salta con la mano levantada para que le demos la palabra y que, cuando finalmente nos abrimos a escucharlo, nos viene con un comentario totalmente nuevo, fuera de contexto pero absolutamente intrigante, llamativo y tentador.
Como cuando vas caminando sin pensar en nada, se te cruza la palabra “ravioles” y ya está, no podés parar de pensar en los benditos ravioles cuando ni siquiera tenías hambre segundos antes. Esto es lo mismo, solo que son pensamientos más fuertes, más grandes, que mezclan imaginación con recuerdo, sensación con memoria. Podría decir que no los entiendo, pero me encantan.
Y, si tirás un poquito del hilo que te dejan, empieza a abrirse un sinfín de ideas, memorias, recuerdos vividos pero, al menos en mi caso, no claros como las historias vividas recientemente, sino como pantallazos subliminales, aparecen en nuestra mente imágenes de lugares, de situaciones, olores, luces, sensaciones… que te hablan de otro lugar, otra vida, otro momento, un futuro, un pasado o andá a saber de qué catzos me hablan o si me entró la frecuencia de radio de la vecina porque ando con el aura muy expandida.
Pero, hablando en serio, me encantan, porque siento que hay algo mío ahí. Hay una pista más de este largo juego llamado vida que quiero hurgar porque sé que trae un mensaje.
Cuento esto porque muchas veces sentimos que elegimos lo que vemos en la tele porque se nos ocurre, sin embargo creo que no, que es una mezcla de vibración, intención y voluntad. Lo mismo sucede con los libros (¿alguno se acuerda qué es eso, no?), la música y hasta la comida. Por eso cuando estamos conectados sentimos rechazo o atracción por ciertas cosas que, cuando estamos en cualquiera dejamos pasar sin darnos cuenta.
Uno va formándose en base a lo que lo nutre. Lo más obvio es que lo que comés es lo que va a formar tu cuerpo en el futuro, lo menos obvio es que lo que mirás, escuchás, decís, pensás e imaginás, también formará parte tuya en ese futuro.
Siempre hay una voz dentro tuyo diciéndote “no, esto otra vez no”, pero estamos tan acostumbrados a taparla, no escucharla o si la oímos pero como no queremos enfrentarnos con las personas de alrededor preferimos hacernos los boludos y darle para adelante con lo que sabemos que nos hará mal. Así es como terminamos viendo John Wick 8, cantando canciones con un total de diez patéticas palabras, comiendo basura o tirándonos de un puente intentando caer en un bondi (y pifiarle)…
Somos lo que elegimos ser. Si, con todo lo que te tocó y lo que vos pudiste torcer o enderezar desde que naciste y hasta el día de hoy. Tu vida es tuya, tus decisiones son tuyas y todo lo que pasa es tuyo, absoluta y completamente tuyo. Parece horrible al principio, pero en el fondo está buenísimo.
Y te invito a vivirlo.
Abrazolos