El viernes pasado nevó. Y acá en la Comarca Andina, nevó mucho más que lo que suele.
Y esto resultó en muchísimos postes de luz quebrados, árboles caídos, ramas por todos lados y el suelo sigue hoy, martes, cubierto de nieve.
Traducido, esto significa que mucha gente está sin energía eléctrica (me incluyo) desde el viernes, por ende pijoteando agua para estirar el tanque y todo lo que eso significa.
No puedo escribir mucho más porque estoy justo con la batería de la compu. Si tengo que ser sincero, luego de tres días organizando dos casas para que esto no nos supere, el que quedó superado fui yo y me pudrí. Hoy me levanté medio depre por ser tan dependiente de la energía eléctrica.
Y pensaba desde cuando. Y me di cuenta que soy dependiente de la energía desde que nací. En aquella época ya había heladera y ascensor. La tele también estaba, pero se usaba una o dos horas por día como mucho.
Hoy esto sumó la calefacción (en mi caso), las comunicaciones (antes el teléfono no usaba electricidad), el entretenimiento (hoy la tele se usa mucho más) y el equipo de música, el trabajo (en mi caso al menos), y muchas cosas más que ya no son tan comunes, como ser un freezer donde conservar la producción del verano, la alarma de la casa, la bomba presurizadora (que suele ser la solución para que no se te congele el agua en el tanque de agua que está afuera de la casa) y cositas así.
Creo que todo esto me muestra lo que puede ser una vida sin servicios luego de tantos años de malacostumbrarme.
Y por un lado me hizo sentir muy vulnerable, muy dependiente.
Y por otro, agradecido por poder disfrutar y haber disfrutado durante todo este tiempo de tantas comodidades que, mucha gente, jamás tuvo ni tendrá.

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