Últimamente pienso mucho en como cambió la fotografía. Aquel medio que comenzó registrando paisajes y situaciones del mundo pronto empezó a registrar momentos importantes en la vida de las personas normales: sus festejos y los hitos en sus vidas. Esas fotografías hablaban de lugares, de grupos, de costumbres.
Estos días miraba fotografías en las redes sociales y sentí que las fotografías, en estos tiempos, hablan solamente de la persona que las tomó o, al menos, esa era la intención. Todas me dicen “YO en tal lugar”, “YO en tal situación”, “YO con…”, “YO me comí este…”, “un pajarito fotografiado por MI”…
Es como si la fotografía se hubiera convertido en egofotografía con la que, imagino, intentamos dejar una huella en el mundo, pretendemos hacer creer que nuestra vida merece ser vivida, que lo que hicimos el finde (comer un asado por ejemplo) justificó el resto de los días de la semana soportando una vida que no elegí o, quizás, la intención simplemente sea lanzar la imagen como una botella al mar de imágenes para que alguien descubra lo mágico y grosso que soy y me éste me convierta en alguien famoso.
El ego. Siempre el ego.
El querer ser alguien que los otros admiren, que los otros aclamen, que los otros recuerden cuando dejemos este envase.
El ego es este personaje que sin querer inventamos, el que en mi caso se llama Leo, al que le dimos parámetros, creencias e ideas a seguir, pero se las dimos guiándonos en los que nos dijeron de afuera que debíamos darle.
Y que generalmente este ser que armamos es tan poco individual y tan parecido a los demás, que luego nos lleva toda una vida hacer algo para diferenciarnos, como por ejemplo egofotografiarnos para mostrarle al mundo que somos diferentes, tan diferentes como todos los que se egofotografían y le muestran al mundo.
¿Es esto tan así o me fui a la banquina? ¿Podrías fotografiar algo por el simple amor de fotografiarlo y que no diga MI o Yo en ningún lado? ¿Podríamos amar sin querer poseer, participar y figurar?
Me encantaría que algunas fotos vuelvan a ser de sujetos y no de fotografos.
Me encantaría que las vidas vuelvan a ser enteramente de cada uno y no producto de un pensamiento social.
Abrazo