Hay algunas casas que traigo de mi peregrinar en el Camino de Santiago, otras de algún que otro viaje por oriente o por América Latina, pero es divertido cuando se mezclan parte de todas y aparece una nueva casa, un rejunte, una mezcla o, si le pongo onda, un nuevo diseño.
Lo siento un poco como la vida, vamos tomando un poquito de acá, otro de allá y otro más del otro lado, eso lo juntamos con lo que somos, que es único, y formamos algo mucho más único, auténtico y rico que es, justamente, lo que este mundo necesita hoy.
Te necesita a vos, como sos realmente. Y no eso que aparentás ser o que decís ser, no a ese ser temeroso que trabaja detestando sus días de la semana por miedo a morir de hambre (a pesar del sobrepeso) o a esa persona que soporta al otro porque es mejor que nada, solo por dar un par de ejemplos.
Somos únicos y, si por un momento paráramos a pensar:
¿para qué carajos vine al mundo? verías que algo no está bien.
No sé para qué vine, pero sí sé para que no vine.
Y mientras pueda intentaré respetar eso.
Aunque mientras sea una casa rara, diferente, que vos no elegirías ser. De eso se trata, de ser diferentes.
Pero de respetarnos.
Gracias, gracias y más gracias por tu tiempo.
Abrazo grande.