En estos últimos tiempos, de pandemia, de locura, de confusiones, de replanteos de vida algunos, de alivio por volver a la anormalidad de gente de otros, pienso en para qué. Para qué fue todo esto.
Sí, es fácil creer que las cosas son, sin más, que no tienen mensajes, que no tienen intenciones. Que el mundo es lineal, acción reacción, ley del karma y todo eso. Pero siento cada vez más intensamente que no. Que hay un plan. Que hay una idea previa.
Puedo escuchar por horas a los políticos, a los empresarios y fundamentalmente a los periodistas, pero no hay caso, cada vez les creo menos. Tampoco significa que si escucho “al pueblo” le crea mucho más. Ni un poquito siquiera.
Este delirio covidiano me terminó de demostrar que entregamos nuestro cerebro para que lo metieran en un lavarropas y lo lavaran bien. Y para que, de paso, en el centrifugado, lo mezclaran un poquito, por qué no. Por eso, ahora, todo es cerebros lavados o completamente sucios. Blanco o negro. Bipolar. Binario. Ya hablé de eso en otra entrada.
Y cuando el mundo “real”, “aceptado”, “oficial”, no te alcanza, no queda otra que buscar el mundo paralelo. Y, en este mundo blue, se encuentra gente que tiene otra mirada, que busca otra cosa, que va tras otra zanahoria. Y, entre ellos, están los canalizadores.
Estos personajes, “reciben” información de fuentes ajenas a lo que consideramos habitual. Les bajan mensajes a la cabeza, conversan con ángeles, arcángeles y con los encargados de toda esta fiesta, si creés en eso. Y, si no creés, podés considerarlos locos, chiflaus, con la chaveta suelta, pero admito que lo que dicen es mucho más coherente y esperanzador que lo que se lee de los “cuerdos”.
También, entre los canalizadores, están los artistas. Mucha gente a la que le llegan las más inspiradas melodías divinas, con acordes que te hacen elevar a los cielos, o dibujos sacros, bellos, esperanzadores, que hablan de luz, de divinidad, de ángeles, de ascención y esas cosas.
Y yo también empecé a canalizar ilustraciones. Pero, lo raro, es que yo canalizo casitas. Y millón de casitas. Y si no es eso una canalización es que se me soltó la chaveta en serio, pero no puedo parar de dibujar casitas y más casitas.
Intenté encontrarle una explicación pero no puedo. Sólo me salen casitas que se suben como parásitas a otras casas más grandes. No termino de entender bien si son implantes de las casas de piedra o mampostería o si son “tomas”. Pero queda claro que se me armó un mundo paralelo sobre el mundo real.
No sé, yo se las muestro, si se les ocurre que hermoso mensaje divino esperanzador me están bajando los guías les pido me lo digan, porque yo hasta ahora no veo mucho más que superpoblación…