Hoy amanecí temprano, como siempre. Mi chica me había ofrecido levantarse por mí y traer a nuestra hija al colegio para que yo pudiera dormir hasta más tarde, pero no, le agradecí y le dije que prefería levantarme yo, como hago a diario para luego, venirme a uno de los cafés del pueblo a desayunar como corresponde (léase: café doble cortado, dos medialunas y un jugo de naranja).
En el bar escribiría un rato y luego volvería a casa a trabajar. Amo mi trabajo y, a pesar que hay ciertos días en que las actividades no son tan atractivas como las de otros, ninguno de los diferentes trabajos del fotógrafo profesional me desagrada. Si Dios quiere almorzaremos juntos los tres y más tarde seguirá como todos los jueves. Y me alegra que así sea.
Me encanta que el día de mi cumpleaños elija hacer lo mismo que hago comúnmente. Porque mi vida diaria es igual a la que hubiera elegido, no la que “me tocó”, sino la que peleé por modificar e ir convirtiendo en la que soñaba o la que creía que me haría bien. Y este, es uno de esos momentos en que me doy cuenta que estos cincuenta y dos años no fueron al pedo. Desde ya tuve mucha ayuda y mucha suerte, pero también hubo mucha pelea, garra y sueños para realizar.
Cada día agradezco por todo esto y hoy, que pude hacerlo consciente, un poco más aún.
Salud y gracias por ser parte.
Feliz cumple maestro!!!