
Paisaje de la estepa de rionegrina con montes de piedra inmensos y caprichosos bajo un cielo azul con nubes. Pilcaniyeu, Río Negro.
Antes que nada, muy feliz año nuevo para todos. No fue por querer ser original que salude hoy en vez de ayer, sino por falta de tiempo.
Anoche terminó un año en que, debo admitir, dediqué más tiempo de mi cerebro a la comida que a la fotografía. Algo novedoso en mí, lo admito, pero quería darle un giro a mi alimentación y, a pesar que pensé que abandonaría el veinte de enero a más tardar, las nuevas teorías se fueron manteniendo y pude llegar a fin de año contento y satisfecho del nuevo camino tomado. Pero como siento que éste no es un lugar para hablar de alimentación, así que no lo haré, pero si admitiré que tengo que atarme los dedos para no hacerlo. Así que continuaré con la programación habitual.
En este año que pasó hubieron muchas cosas nuevas, además de mis cambios alimenticios desde ya, como por ejemplo unos cuantos juegos con la cámara que contribuyeron a crear una nueva visión en mi cabeza de las posibilidades de la fotografía de naturaleza. Y esto, en alguna medida, me mostró un costado de mi fotografía como plenamente artística. Uy, qué no era ya artística? Sí, que lo parió. O no. Quién sabe. De golpe, a mitad de año, cayeron un par de fotos y un par de retoques desde algún hemisferio de mi cerebro y sentí que finalmente comprendí lo que es hacer fotografía artística. Y les juro que no tiene nada que ver con lo que solemos hacer generalmente, al menos en el noventa y siete por ciento de las imágenes que tomamos o mostramos. Lo mejor?, que me encantó. Lo peor? Que ahora el viejo mundo y el nuevo mundo se pelean en mi interior, bah, charlotean, y todavía no logran llegar a ningún acuerdo. Así que sigo con otro tema pues no sería raro que vuelva a esto al final.
Otro punto interesante es que durante este año todo mi equipo se sintió viejo, antiguo, no sé cómo describirlo. Tuve algún temita con uno de los lentes pero nada grave, y que se pudo solucionar perfectamente, pero sentí que era momento de cambiar de equipo. También pensé en el tema porque cada año que pasa me cuesta más subir montañas para fotografiar. Los casi diez kilos de equipo se ponen complicados en las salidas. Averigüé por nuevos equipos, investigué un poco, pero no pude cambiar nada. Y no puedo ni de casualidad. Si lo analizo mejor, sé que mi expresión visual no depende de eso, hay equipo más que suficiente para cubrirlo. Sin embargo, caigo también en las trampas de la mercadotecnia y toda la huevada actual. Y por el lado del peso, se me ocurrió que si no podía bajar peso de la mochila la única solución que me quedaba era bajar ese mismo peso de mi cuerpo y agradecido quiero contarles que lo logré sin sufrir ni nada de eso, al contrario.
Por otro lado, como estuve más concentrado en recetas y libros de comida habrán notado que dejé el blog y las redes sociales un poco de lado. No llevó mucho tiempo llevar todos los logros conseguidos a lo largo de tantos años de blog a cero o casi cero. Ojo, agradezco que de todo el año del blog (o de los dos blogs más bien) me llevo un nuevo amigo y poco más. Y soy consciente de que hay gente que los lee y los valora pero también sé que cada vez son menos y, en parte, todo esto tiene alguna lógica. Este mundo de libertades comunicativas tiene esto, somos libres de decir lo que queramos y podemos llegar a la cima del mundo si nos lo proponemos, pero hay que laburar para eso y laburar muy fuerte. Y tiene que ser una prioridad en tu día a día.
Por último, siento que el mundo de hoy no lee. Al menos el noventa por ciento del mundo y que, muchas veces, es el posible cliente de uno. También, admito, mis escritos no son concisos como los de un periodista, sino una mezcla de filósofo sin estudios con fotógrafo emergente que tira palabras y va creando nuevos sentidos o nuevas imágenes mientras ruega que alguien las entienda y, aunque me gusta, sé que se vuelve complejo a veces. Pensé en planear, corregir, apuntar, lograr que todo lo escrito tenga un sentido, escribir cuatro entradas anticipadas para no hacer baches, promocionar algo o preparar algo para vender y de esa manera gestionar los gastos de los blogs, pero no, siento que no llego a armarlo como debería. Por eso intenté mostrar algo diferente, enseñarles, explicarles o pedirles, simplemente, que intenten dar ese pequeño pasito necesario para acercarse un poco más a ustedes mismos. A veces pude acariciar a un suave logro, otras no. No lo sé. Es por eso que lo dejo acá.
Así que, para los que están leyendo esto en mi página web, es decir, en el blog de Visiones del bosque, muy posiblemente este blog quede acá. A lo sumo, puede que siga solamente con fotos y muy breves textos si es que logra seguir.
Y para los que lo hagan en Susurros del bosque, es decir, en mi blog alojado en WordPress, no lo sé, esperen lo que quieran esperar. Este blog es mi blog personal y realmente no lo quiero limitar ni amoldar pero tampoco me gustaría cerrarlo, así que no sé qué derrotero tomará si toma alguno pero por las dudas vayan comprando una licuadora.
Lo que sí quiero dejar en claro es que amo la fotografía y seguiré estando metido hasta el moño en ella. Siento que tengo muchísimo para enseñar, para dar, para ayudar, pero también entiendo que no estoy encontrando el camino o, al menos, si el camino es vía blog o redes sociales, siento que no lo veo y que me lleva mucho tiempo y mucho cerebro buscarlo. Todos los cursos que han salido este año, las charlas de años precedentes y workshops que he dictado, siempre han sido transmitidos de boca en boca o personalmente, no gracias al blog ni gracias a Facebook.
Por eso, para los que me siguen y me leen, sepan que me encontrarán en mis mails (podrán contactarse conmigo por medio de mi web y ahí buscaremos juntos una nueva forma de contacto). No quiero cansarme en repetirles que el que quiera aprender algo, perfeccionarse en algún tipo de fotografía, hacer salidas en la Patagonia o en lo que crean o sientan que puedo ayudarlos les pido de corazón que no duden en hacerlo. Me encanta compartir todo lo que he aprendido en estos últimos años. No quiero que se pierdan y sé que puedo mantener un contacto personal y así lograr que este monólogo eterno pueda convertirse en una charla en dos direcciones.
Así que les deseo muchísima salud para este nuevo año. Y no solo salud física, sino también salud intelectual y salud emocional que, de alguna manera, es lo que necesitamos para sonreír en serio. Y, como siempre pero más fuerte que nunca, gracias.