En mi entrada anterior les conté de mi diciembre, de los viajes, de las tres mil tomas para limpiar y que se suman a dos trabajos pendientes que se caracterizan por ser muy minuciosos y largos. Son gajes del oficio, lo sé. Como intro solamente, quiero comentarles que el gran problema con estos dos trabajos fue el incorrecto uso de palabras clave y de metadatos en mi archivo fotográfico. Cosa que en algún momento intentaré contarles para que el noventa y cinco por ciento de mis lectores se suicide del aburrimiento pero que ese cinco que sé que está ahí, pueda beneficiarse con los errores que uno ha cometido. Aunque no es este el momento, ya que a lo que apunto hoy es a algo mucho más básico.
A pesar de todos los quilombetes que tengo este diciembre decidí volver a la feria regional. Sé que no hay turistas, no hay clientes, no hay ni visitantes locales, pero tengo un lugar ahí y tengo que ir a ocuparlo. Bastante en falta me sentí durante los meses anteriores, pero bue, hay veces que tenemos que darle prioridad al mango y la cosa movía más por afuera de la feria. Y con la vuelta a la feria, de nuevo empecé a revivir historias comunes del lugar, del estar en un puesto vendiendo fotos. Y ayer no tuve que esperar mucho para que arranquen las mismas historias de siempre y las traigo al blog porque me parece importante contarles cómo vemos el mundo desde este lado (je, me parece mucho esta frase final, pero quedó linda).
Sábado. Doce del mediodía. Viene una persona, sexo masculino, a mi puesto. Mira las fotos de un lado, mira las del otro. Le veo la mochila fotográfica pero me quedo callado. Sigue mirando un ratito y, luego de felicitarme, viene la típica frase: “yo también soy fotógrafo”.
A ver, no tengo nada contra la frase. Me encanta y no me gusta juzgar quién es o no es fotógrafo ya que no tengo claro dónde está la línea divisoria. El problema de es frase es que nunca sé qué tipo de fotógrafo es ni hasta dónde llega su pasión. Es decir, ante una frase así siempre entro en un múltiple choice a resolver:
1. se compró una cámara y saca fotos pero no tiene idea de nada. Como en su grupo de amigos es el único que tiene una réflex, es el fotógrafo de la banda. Por ende, es fotógrafo.
2. Estudió fotografía y a veces hace sociales. Por eso, es socialero pero saca de todo. Como lo mío es exclusivamente naturaleza, el tema a charlar no suele ser lo social sino lo natural, los paisajes y todo eso, por ende, “hago sociales pero bue, un poco de todo”.
3. El que era fotógrafo en otra vida. Es decir, “yo también hice todo esto, soy un grosso haciéndolo, soy el mejor de todos, vendí, regalé, di vueltas los mercados”. Hoy labura en un kiosco o hace diseño o vaya uno a saber.
4. El fotógrafo profesional con mayúsculas. Generalmente son foto periodistas, laburan en serio, no suelen hablar demasiado ni de su laburo ni de equipos ni de nada.
5. El que está empezando con todo o que estudió fotografía y lo atrapó por todos lados. Suele ser apasionado, le encanta, quiere aprender, compartir, lo que sea. Desde ya que estos son los que más me gustan.
Sé que hay muchas más variables pero por ahora me quedo con estas cinco solamente.
Bien, éste año descubrí una forma de ver hasta donde llegan sus realidades y puedo descularlo rápidamente. Luego de felicitarlo por todos sus logros, le pido que me pase la dirección de su web para ver su laburo. Ahí está. No hace falta nada más. Nunca tienen. O si la tienen y logran acordarse el nombre me dicen que no la actualizaron. O es de las gratis que son tan gratis que el nombre de acceso tiene doscientas treinta y dos palabras que si de casualidad llegás a poder escribir bien y acceder, no se puede ver nada porque era tan pero tan gratis que no anda. Ni hablar que no tienen tarjeta. Ni mail. Ni nada. Pero la mitad de ellos se defienden diciéndote que podés buscarlos en Facebook.
En este simple acto o, más bien, en este simple párrafo, quiero decretar que si no tienen web no existen. Y ya.
Pero como soy uno de esos personajes que no quiere hacer las cosas tan blanco y negro voy a explayarme un poco más.
Hace años los fotógrafos no tenían forma de mostrar su laburo más que en exposiciones o galerías. Desde ya que socialeros lo hacían a través de sus clientes, fotoperiodistas en los medios que publicaran, los de producto por medio de sus clientes, etc… pero los fotógrafos de paisajes, de vida salvaje, de macrofotografía, del resto del mundo natural y los que hacen fotografía artística en cualquiera de sus formas, etc… sólo teníamos eso: exposiciones, galerías o con suerte, clientes. Y no había mucho más.
Ahora tenemos una herramienta impresionante como es Internet. Y podemos mostrar nuestro trabajo al mundo de una forma casi gratuita. Bah, gratuita si queremos o pagando poco también. Y no puedo creer que haya gente a la que le guste la fotografía, que quiera que le vaya bien en su arte y que no tenga una página web. Yo siento que es la única forma de poder mostrar tu laburo realmente, de poder expresarte, de poder decir y hacer lo que quieras, sacar tu interior, tu genio, tu creatividad. Sí, desde ya que Leibovitz puede no tener página web, la conoce todo el mundo y le sobran clientes, pero no sólo tiene, sino que no sos Leibovitz.
Si otrora te hubieran dicho que podías preparar un libro y que existiría la posibilidad que lo vieran los mejores en tu ramo, ya no hablo sólo de fotografía, lo hubieras hecho? Entiendo que una gran parte de mis seguidores nacieron con Internet ya andando y no se les ocurre que existiera un mundo sin él, pero sí, sí existió. Y no solo eso, todavía queda mucha gente de poder que vivió en un mundo sin cibercomunicaciones y que creen más en cosas tradicionales. Y a pesar que una web no es un portfolio de laburos impresos, es su símil cercano. Por qué? Porque en la página web podré encontrar quién sos, cuál es tu historia personal o, al menos, tu declaración de artista, luego podré navegar por tus trabajos, ver qué hacés, qué estás investigando, lo que fuera, con suerte podré leer tus palabras si sos de escribir y te gusta y lo hacés a través de un blog y sino no importa, veré tus imágenes, y por último, podré contactarte para lo que necesite. Ahora, si no tenés nada de esto, cómo hago para saber qué hacés? Es cómico, pero no solo con la gente que aparece en la feria me pasa, tengo amigos fotógrafos de los que jamás he visto una foto o, a lo sumo, he visto cuatro. Es decir, lo de “fotógrafos” es por una cuestión de fe solamente. Y cuando hablamos de igual a igual me divierte pensar que no tengo idea qué es lo que hacen de su vida ya que fotos no encuentro.
A ver, estarás diciendo que hacer una página web es difícil. Andá a WordPress.com, suscribite, bajate una plantilla, empezá a subir fotos y ya. No es difícil hacerla seriamente y que quede más o menos linda. Se te complica? Contratá alguien que te haga una, que te la suba y ya. Pagarás un servidor (host) anual. A ver, estamos hablando de mil mangos anuales si querés manejarlo con un servidor contratado. El dominio, es decir, tu nombre o lo que quieras.com.ar vale doscientos mangos por año. No me parece tanto por tener una posibilidad de ser visto como alguien serio.
Sin embargo no, me dicen que están en Facebook, en Instagram, en Twitter, en Flickr. Se las hago simple, eso es para gente que maneja eso y, el noventa y nueve por ciento, está en las redes para boludear o para vender. Es decir, nadie para comprar. Estas redes sociales son para “promocionar” pero no para “decir”. Es decir, promocioná por Facebook pero de ahí llevame a una página web.
Resumiendo entonces: si no tienen web para que pueda ver o un blog para que pueda saber quiénes son, muy posiblemente siga de largo. Porque si no sintieron que fuera necesario mostrar sus imágenes seriamente tampoco creo que sea necesario perder el tiempo buscándolas.
Está clarísimo y buenísimo. Pero yo que solo soy un sacafotos te las sigo enviando por WhatsApp.
Jua, en parte gracias a vos, sacafotos, estoy enterrado en todo esto de la fotografía….