Hay muchas cosas lógicas en la vida del fotógrafo y, una de ellas, es que los amigos, conocidos o desconocidos quieran que veas sus fotos. Y así, sin dudarlo, muchas veces te tiran cinco, diez, quince, treinta fotos para que veas. A ver, que las mires, las veas. Las viste? Si. Y? Y qué? Que te parecieron? Fotos.

Nunca entendí demasiado esto. Sobre todo con alguien como yo. Si me remonto a los primeros pasos de mi carrera, que son lejanos en años pero no tanto en profesionalismo, imagino que uno, al mostrarle sus fotos al otro, en algún recóndito lugar de su alma está esperando un: “woooowwwww!!! La estrella perdida! El nieto escondido de Ansel Adams! El Cartier Bresson de los dos mil…” Cosa que, como sabrán, puede haber pasado una o dos veces en la historia de la fotografía. Si es por eso, les recomiendo que vean a alguien con influencias. Todavía yo estoy intentando que alguien me descubra. No, ustedes los de la AFIP no, me refiero a alguien que no solo se de cuenta de que soy un grosso sino que también valgo la pena publicitar.

Pero bue, huevadas aparte, a todos los entusiastas de la fotografía, aprendices, que ya hayan aprendido, que estén caminando sus primeros pasos, segundos o los que sean, quiero hacerle algunas pequeñas recomendaciones a la hora de mostrar fotografías a otra persona:

A. Acá lo importante no es solamente pedir permiso, aunque sí corresponde que lo hagan. Pero si el que hará de curador es amigo o pariente, obviamente no les va a decir que no aunque en su fuero interno está rogando que les explote la computadora, que algún chorro les robe toda la fibra óptica del cable de internet o que se hagan fanáticos del Pokemon y se olviden del envío.

B. Suponiendo que el fotógrafo accedió a ver sus fotos es importante que comprendan que no accedió a ver tooooodas sus fotos sino solo una pequeña muestra de ellas. Una pequeña muestra quiere decir no más de diez en el caso que haya confianza y podamos sentarnos a verlas juntos para analizarlas.

C. Jamás, pero jamás, y si es conmigo ni se les ocurra, elijan fotos y a la hora de mostrármelas empiecen a abrir el paraguas. Odio eso, detesto eso, me dan ganas de ahorrar los quince mil dólares, comprar un cuatrocientos dos ocho y partírselos en la cabeza. Se supone que me estás mostrando tus mejores fotos o tal o cual intento por tal o cual razón. Mostrarme una foto diciéndome que esa no es buena porque el día era malo es lo que hace que me cuestione qué carajo hago en ese momento ahí perdiendo el tiempo de manera tan idiota.
Igual, odio más que cuando la veo y digo: “mirando la imagen creo que el cielo estaba…” y ahí me cortan explicándome que el día era una mierda, que la cámara andaba mal, que…

D. Si no vas a ver personalmente al gilún que enganchaste para que te analice y vea las fotos, al menos preguntale cómo prefiere que se las mandes para que las vea. En mi corta historia profesional he recibido muchas veces paquetes de treinta o cincuenta fotos, lo cual ya me predispone mal, pero no solo eso sino que los he recibido en: facebook todas al hilo en un mensaje, todas en un mail imposible de bajar por el peso, me han mandado a la página de facebook de ellos (mil fotos o ninguna, he vivido ambos casos)… No, si van a pedirle un favor a alguien, al menos pregunten cómo jode menos que hagan el intercambio.

E. Es absolutamente esencial que le avisen al gentil fotógrafo qué esperan de la revisada de fotografías. Es horrible cuando uno se pone a analizar una imagen buscando la historia subyacente, composiciones, luces o distracciones para notar que quien la sacó y está ahí ocupando tu tiempo se aburrió tanto que saca su celu y se pone a escribir mensajitos con los amigos… Si lo que necesitás es un mimo, una felicitación o un admirador, conseguite una abuela. O varias. Esas casi nunca fallan.

F. Si el fotógrafo admirado o elegido accede a que le muestres las fotos es muy pero muy importante que sepas lo que hacés y que le transmitas cuál es tu intención al hacer eso. Por ejemplo, tengo un amigo que está por hacer una exposición y me pide opinión de las fotografías que está por exponer. Bien, ahí tengo una idea, ahí hay una intención y su pedido me parece más que razonable. Lo ayudo con entusiasmo. Supongamos que necesitás mandar una selección para tal o cual cosa, diez fotos para una revista, por ejemplo. Está bien que yo te de una mano para limpiar las quince o veinte últimas para bajar a las diez finales. Pero no las cincuenta o cien últimas. Es importante que te hagas cargo de tu fotografía y es importante que aprendas a elegir y analizar cuáles son las indicadas según el caso.

Creo que me estoy olvidando otros tantos consejos para estas ocasiones pero con esto tenemos una idea al menos. Algo que es muy pero muy importante, repito, es que sepas por qué querés hacer esto. Si lo que querés es que vean tus fotos está Facebook, instagram y otras redes sociales. Ese es el lugar. Ahí las verán miles de personas y, si son buenas, posiblemente todos las compartan y las amen y salten de un lado a otro y te harás famoso. Pero no busques el “like” de un fotógrafo porque somos de tomarnos nuestro laburo en serio, porque lo amamos y si vamos a darte una mano lo haremos en serio y eso significa descuartizarte, generalmente. A vos y a la foto.

Siempre admiré la capacidad del Canu, mi amigo, cuando muy gentilmente decía que el no veía ni criticaba fotos ajenas. Que no le gustaba hacerlo ni le parecía justo y no sé cuántas huevadas más. A cara de piedra y no dudaba. Y zafaba siempre. Sin embargo no soy así y no puedo hacerlo por más que intente.

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Nota:esto no solo se aplica a los fotógrafos, también sucede con los escritores, los periodistas, los artistas de todo tipo y cualquier persona a la que le pedís una mano para que te ayude en un proceso.