La semana pasada tuve un ataque de pesimismo. No es agradable pero suele pasarme a veces sin mucho sentido, aparentemente. Esos momentos en que ves que nada cierra, que estás yendo directo a la bancarrota, y que posiblemente eso de seguir tus sueños no sea tan buena idea después de todo. Posiblemente sea mejor seguirlos durante el tiempo libre que nos quede después de salir del trabajo.
Y no hice nada para cambiarlo, simplemente entré en un fin de semana largo en el que, me permito leer un poco más que lo habitual. El sábado y domingo me levanté, desayuné (leyendo ya) y de ahí directo a la hamaca paraguaya con un mate para seguir leyendo un poco, para poder acercarme un poco más a lo que está pasando en el mundo de la fotografía fuera de mi pequeñísimo ámbito. Y fue dentro de estas lecturas que fui encontrando puntas, pequeñas puntas que marcan direcciones y respuestas a preguntas que a veces no sé formular.
La primera fue clarísima, directa y a la yugular. Guy Tal, como primer entrada del flamante blog de Craft & Vision, ataca directo a mis dudas con su entrada “Wake up” (https://craftandvision.com/blogs/all/wake-up). No, posiblemente esté manejando mal mi negocio o mi arte, pero no la dirección de mi vida. Tendré que revisarlo.
Segundo shot, el artículo Taking Risks, de David DuChemin en la revista Photograph No3, donde habla de seguir nuestro camino y buscar nuestra fotografía, no seguir la fotografía común, la de todos, que no nos representa. Que vale la pena correr los riesgos de probar, de fallar, de mover. Sí, muchas veces y sobre todo si estamos fotografiando por trabajo, podemos asegurar las fotos correctas primeros pero luego, si o si, jugar, probar, ver qué pasa si hacemos tal o cual cosa, se probamos a ver si nos representa más o no otro estilo, otra foto. No sé si el artículo está en la web, pero imagino que googleando duChemin y taking risks debería salir algo.
Primera afirmación. El lunes me levanto temprano y salgo con un amigo a buscar cóndores. Llegamos tipo once pensando que era temprano pero ya estaban pasando. Y vaya que lo hicieron! Veinte veces le dije “este debería ser el último”, pero siguieron pasando y pasando, de once a cinco de la tarde, de a uno, con intervalos de hasta veinte minutos, por arriba, por abajo, por el medio, por todos lados. Putas, sí que me gusta este laburo, ni en pedo lo largo. Ni una foto interesante me parece, las condiciones no estaban en su mejor punto y, a esta altura, ya tengo fotos de arriba, de abajo, de costado y todo eso, estoy buscando cosas precisas y no se me dio ayer pero no importa, mi amigo lo disfrutó, yo también y ya habrá fotos cuando corresponda.
La yapa. Llego a casa y, mientras cocinaba, veo que recibí un e-mail de David DuChemin. Los que me conocen saben que me gusta mucho su forma de pensar, su forma de enfrentar el mundo y de llevar adelante su fotografía.
Por si alguno no lo sabe, David DuChemin es un fotógrafo canadiense. Estudió teología y luego se hizo comediante teniendo un éxito bastante importante dentro de su ámbito. Sin embargo, el mal manejo de su economía lo llevó a tener que declararse en bancarrota, cosa que en Canadá significa tener una persona que vigile tus gastos e ingresos durante un par de años. No tener más crédito ni más beneficios durante esa época. Sé que para nosotros no parece algo muy extraño, pero en una sociedad como la canadiense no solo es un error sino que debe ser super humillante. Se divorció de su primera esposa. Logró salir de su bancarrota, dejó la comedia y se dedicó a la fotografía, su pasión olvidada años antes. Y, lentamente comenzó a crecer. Publicó un libro que tuvo mucha repercusión y que acaba de republicar (El encuadre fotográfico, Editorial Anaya), se divorció de su segunda esposa. Tras su lema “el equipo es bueno pero la visión es mejor” fue creciendo, trabajando en proyectos humanitarios y dando cursos. Fue en uno de estos cursos que se cayó de una pared de cuatro o cinco metros y no se mató de casualidad. Lo tuvimos escribiendo de nuevo a los tres o cuatro meses y caminando al año. En los momentos en que la rehabilitación lo dejaba seguía escribiendo y ahí salieron sus siguientes libros. En algún momento creó Craft & Vision, una empresa de libros y artículos de fotografía, hecho por fotógrafos y para fotógrafos. Ebooks súper accesibles, libros hechos y derechos, revistas, todo desde su visión, donde no es solo la fotografía lo que cuenta, sino también la intención, lo que queremos decir a través de ella y para nuestra vida. Su historia sigue, por suerte, ahora incursionando en la fotografía submarina, pero no por no poder quedarse quieto, sino como una forma de poder fotografiar en un medio donde las secuelas de su accidente no se sienten, donde la gravedad no juega…
Hace mucho que aburro a mis amigos y familia con DuChemin y ya harté a unos cuantos, lo sé. Es que, a diferencia de grandes fotógrafos, no sé, para nombrar alguno, grandes como Sebastiao Salgado, Steve Mc. Curry, Art Wolfe, Franz Lanting y que se yo cuántos más, lo que veo en David no es solo una fotografía (que actualmente admito me gusta muchísimo más que hace unos años) válida y con mensaje, sino una vida detrás. Una vida que a mi, posiblemente, me hubiera voleado tres veces ya, me hubiera metido tres knock outs sin dudar pero a él no, al contrario, cada vez que lo sacuden lo potencian y sale con doble energía. Y sé que no le es gratis, el mismo lo dice: “muchos dicen que querrían vivir como yo, pero ninguno quiere pasar por lo que yo pasé”.
Me encanta DuChemin más que el resto, porque prefiero toda la vida su mensaje que alterna humildad por momentos y orgullo por otros, que otros casos repletos de fotografías más acabadas y perfectas pero en las que no veo, ni en pedo, ni un poquito de la humanidad y la generosidad suya.
En su e-mail me agradecía una sugerencia que le había dado para su blog (jamás esperé que la leyera siquiera) y no solo eso, sino que sabiendo que los bancos argentinos no te dan tarjeta de crédito si no cobras una fortuna por mes, me regaló un bono impresionante para adquirir productos de la tienda de Craft & Vision. Todavía no lo puedo creer.
Por ende, gente, tendrán que soportarme un tiempo más intentando convencerlos que vale la pena vivir de lo que uno ama, seguir ese instinto profundo que nos dice que no está bien lo que estamos haciendo si esto no nos gusta y que deberíamos, sí o sí, meternos un poquito más adentro nuestro e investigar qué carajos vinimos a hacer a este mundo e intentar hacerlo.
Bien, me alegra una vez mas descubrir que, aunque no me des pelota a lo que te digo, llegás una y otra vez a la conclusión de que tengo razón.
Du chemin te dió la pauta doblemente: el camino, el tuyo es el que debes seguir.
Aleluya!!
Besos
Queridísima Uka, cuando vas a entender que yo no soy mi cerebro? Yo no soy mis miedos ni mis sueños? Yo te doy pelota hasta que dejo de dártela, igual que a mi mismo.
Abrazo y gracias.
Si bien no comparto tu entusiasmo por DuChemin, sí me gusta el resultado final de sus fotos, y el consejo de seguir por tu camino y, eventualmente, fallar, pero que al menos la derrota te encuentre intentándolo y no en posición fetal en tu cama a las 11 de la mañana.