El Golden Triangle es un lugar no apto para realistas. Pues solo verás un gran río que dobla y otro muchísimo más chico que desemboca en él, unos cuantos (más bien muchísimos) puestos de artesanías y ropa, y una multitud de niñas Lisu ataviadas con su traje tradicional que por menos de quince centavos de dólar posan para la foto.
Pero yo no suelo ser realista y decidí visitar el famoso triángulo de oro. Área donde se concentró siempre el mayor tráfico de opio y heroína de la región.
Este triángulo es exactamente donde se tocan tres países: Tailandia, Myanmar (ex-Birmania) y Laos. Su frontera es el río Khong que viene desde China y que al recibir el pequeño Mae Kok se convierte en el Mekong. Llegué ahí con toda la magia que me produce el nombre de este río que nace en el Tíbet y desemboca en un gran delta en Vietnam.
Al llegar nos sacamos algunas fotos con unas niñas de la tribu Lisu que estaban en el lugar, luego las hicimos posar, nos pusimos a jugar y nos sacaron fotos ellas; estuvimos un buen rato disfrutando de la excelente onda que tienen estas chicas cuando pasa el momento de cobrar.
Recorrí alguno que otro puesto de artesanías donde me divertí discutiendo precios, comparando calidades o, lo que simplemente me interesaba: intercambiar experiencias y relacionarme con la gente del lugar.
Pero luego me senté, bebida en mano a contemplar el mítico triángulo. Ver las montañas al final del río Khong e imaginar si eso es China o, en caso que no lo fuera, saber que está simplemente ahí atrás. O congelarme un buen rato viendo Laos teñida de rojo por el sol del atardecer. O imaginando otras partes de la frontera Birmana, donde las cosas no son tan tranquilas ni tan simples.
Y mirar el Mekong. Verlo como ese río que muchos kilómetros más adelante fue protagonista de muchas guerras y por el que siempre hubo mucho tráfico comercial de todo tipo.
Y el sol termina de caer convirtiendo Laos en una visión gris. Ya los puestos cerraron. Se silenciaron las lanchas que zumban todo el día entre las costas.
Muero de ganas de subir por el Khong hasta China, o dejarme llevar por la corriente del Mekong para ver su alma, y la de Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam a lo largo de sus orillas, pero no. No en esta ocasión, tendría que venir con más tiempo.
Sueño un ratito más, luego me levanto y, envuelto en magia, manejo lentamente por la ruta que me lleva de vuelta a Chiang Rai.
27.7.98
Hermosa foto del río y los dos
humanos.
El color cuenta la diferencia y similitudes.
Cariños: Maria Imes
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