Salgo a las 8 am rumbo al Palacio del Sultán. Solo pisar la calle del hotel se escucha el típico “Hello Mister” Indonés. Luego de diez minutos de regateo, consigo un precio razonable. Me subo y vamos hacia allá.
En mitad de camino el conductor me propone estar todo el día a mi disposición por el doble, pues el domingo no hay clientes; como tengo intención de ir al Water Castle luego acepto.
Al llegar al palacio me encuentro con todos los extranjeros que vi hasta ahora. Recorro el recinto mientras espero que empiecen las danzas tradicionales al sonido del gamelán. Veo el baile, que por cierto es bellísima, y me zambullo buscando mi bajaj entre una pila de éstos.
Su conductor me encuentra y me subo.
– Ahora vamos al Water Castle, por favor.
– Bueno. — pedalea dos o tres cuadras— En el camino hay una excelente fábrica de batiks, ¿quiere que la veamos?
– No gracias. Ya he visto una.
– Pero esta es diferente. Véala, no tiene que comprar nada.
– Ok…
Paramos en una gran tienda. Tiene batiks y ropa. Me muestran nuevamente todo el proceso de batik –que me sigue pareciendo interesante–. Cuando llega el momento de comprar me escabullo y vuelvo al bajaj.
– Bueno. Muy lindo. Ahora vámonos por favor.
– Bueno.
Diez cuadras más adelante paramos en una fábrica de marionetas de cuero. Bajo nuevamente, pero ya un poco molesto. Miro como las hacen, como se usan. Cuando termina el minitour agradezco y sin escuchar mucho los ruegos del fabricante me subo nuevamente al bajaj.
– Ok. Basta de negocios. No tengo plata para comprar nada y quiero ir al Water Castle, ¿está bien?
_ Bueno.
Diez cuadras después, vuelva a parar, esta vez ante una casa de artesanías en madera. Pero no me bajo. Simplemente me quedo clavado al asiento.
_ Vea las artesanías son muy buenas.
_ No. Dije que quiero ir al Water Castle, no de compras.
_ Pero es que…
_ No. Vamos al Water Castle ya!!!
_ Bueno.
Se subió a regañadientes y comenzó nuevamente a pedalear. No tenía la menor idea de dónde podría estar, pero nunca creí que el Water Castle estuviera tan lejos.
Luego de veinte minutos bajo el sol del mediodía paró.
_ ¿Acá es el Water Castle?
_ No. Es que tengo que ir a lo de mi familia.
_ ¿Qué?
_ Que tengo que ir a lo de mi familia.
_ ¿Y me vas a dejar acá?
_ Si, su hotel está acá a una cuadra.
_ Pero no quiero ir a mi hotel, quiero ir al condenadísimo Water Castle!!
_ Hoy no va a poder pues ya cerró. Quizás mañana.
_ Grrrrrr
_ Son 2000 Rp.
_ Ni loco. Tomá las 1000 rupias que arreglamos hasta el palacio y andate a cagar!!
_ No, pero…
Sólo lo miré.
Se subió en el bajaj y se fue pedaleando despacio. Yo, volví al hotel pensando en la pileta. El único Water Castle que conocí aquel día.
21.9.99 Yogyakarta. Indonesia.