Nubes, nieblas y luces en la montaña en una toma en blanco y negro de una tormenta patagónica. Lago Escondido, El Bolsón, Río Negro.
A partir de pasadomañana sale en este blog una nueva serie de entradas donde cuento un poco algunos detalles de la venta de fotografías o de imágenes, principalmente de naturaleza, desde ya, pero intentando contar un poco cómo es el mundillo del fotógrafo desde el otro lado, desde el real.
Sin embargo, no solo no toco muchísimas ramas de la fotografía que son mejor rentadas que la nuestra (la que defino como fotografía de naturaleza en muchos casos, aunque pensándolo mejor debería hacerlo como fotografía artística) sino que a lo largo de las entradas hay millones de cosas que omito, algunas voluntariamente, otras no tanto. Habiéndolas ya subido y programado para que vayan apareciendo cada dos días creí que terminaría con el tema, pero no, constantemente se me ocurren cosas nuevas, para aclarar, para mejorar o para agregar. Y una es la que quiero tratar hoy, el cambio de mercado.
Me parece importantísimo que entendamos que el mundo cambió. Y cambió mucho. Más para los jóvenes que ya superamos los cuarenta y vivimos otra realidad hace años. Y los cambios trajeron este bello monstruo llamado Internet que logró achicar el mundo como nadie lo había hecho antes. Recuerdo de adolescente ir a un banco a comprar un cheque que metía en un sobre que mandaba a USA con un pedido de discos que llegarían tres meses más tarde por barco y que me darían en la Aduana luego de dos horas de cola para llegar a casa y escucharlos. Ya no. Por suerte. Vivo en un momento que entre que pienso en comprar un libro y leerlo puede pasar como mucho un minuto y sin moverme de la hamaca paraguaya.
Si, sé que es obvio y que estoy contando obviedades, pero parece que por momentos no entendemos hasta donde llegan estos cambios.
Vivimos un momento de la fotografía que es bellísimo. Ya no dependemos de laboratorios, ni de tener la cantidad suficiente de rollos. No necesitamos esperar días, semanas o meses para ver las fotografías, entregar un laburo o pedir otra copia. Hacemos todo cuando queremos hacerlo y somos los dueños del proceso. Podemos elegir cómo lo haremos, ya sea por el software que elijamos, la plataforma en que laburaremos, la impresora que imprimiremos o el formato en que lo presentaremos.
Podemos hacer un slideshow sin llevar el aparatote y el carrousel de fotos, ya no habrá fotos torcidas o giradas, tampoco se trabarán en medio de la presentación. Este tipo de presentaciones las hacían solo los grossos, no los mortales como uno.
Y si nos animamos podemos hacer un video, con música, con lo que quieras, y no solo lo hacemos, sino que podemos mostrárselo en el mismo momento al primo que está viajando por China, a mi tía de España y a los nosecuántos millones de personas conectadas en esta gran red que quieran verlo. Si, sigue siendo obvio lo que digo, pero siento que a veces lo entendemos pero no lo comprendemos del todo.
El mercado cambió. Ya no somos los únicos que entregamos un producto o los diez únicos que lo hacemos. Ahora somos miles, muchos cientos de miles los que hacemos fotografía en serio.
Si un cliente quiere un paisaje de El Chaltén, puede elegir entre miles de fotografías excelentes y, quien dice, la venta la logra un taiwanés que vino de vacaciones hace tres años.
Más de una amigo se cruzó con huemules de casualidad. Otrora, lo hubieran visto pero no pasaba de ahí. Nadie tenía una cámara colgando, nadie llevaba un celular que podía registrar momentos. Si, ok, posiblemente la foto del huemul ese no tenga la mejor resolución, pero cuando la foto lo vale, la definición es secundaria. Y que todo el mundo tenga una cámara a mano está dejando sin laburo a mucha gente, sobre todo a los fotoperiodistas.
Está bien eso? Ni idea, en alguna medida si, en otra no, pienso. Si pasás en el momento mismo que ocurre un hecho y tomás la foto, tenés algo que antes no tenía nadie y que solo se relataba. Hoy eso es posible, mucha gente tiene cámara consigo y la usa. Y no solo eso, con dos gestos la mandó a una red social o a un diario o a la cana. Antes, si conseguías la foto de puro culo, la mandabas a revelar una semana más tarde y ya había pasado todo. Y si la metías en un laboratorio en el momento porque sabías que era una perla, te la entregaban en una hora y de ahí te tenías que ir al diario y convencer a alguien que… no, nadie tenía tanto tiempo al pedo.
Por otro lado, si la foto no es de un hecho puramente casual, creer que una persona cualquiera puede fotear mejor que un fotoperiodista es absurdo, ya que la capacidad de éste de relatar una historia en una imagen es de lo más admirable y eso difícilmente lo logre uno de pura suerte. Eso es lo que no tiene q
Es obvio que los fotógrafos que vendían fotos por medio de los bancos de imágenes ya no vendan tanto, es lógico que estos mismos bancos de imágenes hayan bajado los precios al público y lo que pagan a los fotógrafos, hay mucha más foto dando vueltas, muchísima más oferta.
Por otro lado, hay muchas menos publicaciones, ya no se venden tantas revistas ni diarios ni libros. Ya no hay tanta folletería impresa tampoco. Todo es digital, por internet en cualquiera de sus variantes: mail, red social, blog, spam o lo que fuera. Y las pantallas necesitan mucha menor resolución que el papel. Vuelve a ser menos importante la profesionalidad en la realización de la foto (ojo, hablo de lo técnico, no de lo estético).
A lo que voy es que cambió el mercado completamente. Hace un tiempo un autor francés que hacía un libro de plantas chilenas comestibles me pidió por email unas fotos que le subí al Dropbox, me pagó por Paypal y me mandó luego el libro por correo solo porque yo se lo pedí. Nunca conocí al autor ni firmamos un contrato ni nada.
Es difícil ver el mercado de hoy en día con los ojos de ayer. Es vano quejarse porque vendemos menos o porque todo tiempo pasado fue mejor o porque hoy los pibes regalan el laburo o por lo que sea. Es al pedo porque no podemos hacer nada para detenerlo ni modificarlo. Para este nuevo mercado tenemos que buscar nuevas estrategias, nuevas formas.
Estas nuevas modalidades están descubiertas y se siguen inventando cada momento, los gringos las aplican muchísimo y puede que los españoles también. Están todas escritas, sino vean los libros de Seth Godin, Todd Henry, Gary Vaynerchuk, Timothy Ferris o los otros miles de autores yankees que se abrieron camino por estos nuevos medios. El problema es cómo hacemos para laburar acá, en Argentina. Tengo libros digitales para publicar, pero sé que me los currarán en el acto. Ojo, no sé muy bien si es éste el problema, no es que me preocupen que me los afanen, es que en este momento no tengo tanto tiempo para dedicarle a algo que no me dejará ganancia. Y tengo que dividir mi tiempo entre lo que deja guita y lo que no la deja.
Vivimos un momento en que podemos a acceder a sitios inimaginables. Yo creo que con mucho tezón podríamos lograr que cualquier presidente del mundo lea un mail nuestro, que cualquier super empresario vea una foto que tomamos o nos responda alguna pregunta. Lo hace Thimothy Ferris con sus alumnos, uno de los trabajos es entrevistar a alguien inalcanzable. Y suelen lograrlo.
Bien dice DuChemin, es un buen momento para aplicar toda nuestra creatividad no solo al efectuar nuestras imágenes, sino también a la hora de enfrentarnos con el mercado, de ofrecer nuestros productos, de buscar cómo laburar de todo esto. Y cobrar.
Resumiendo, tenemos la enorme suerte de vivir el momento donde están desapareciendo los dos ursos de la puerta que sin ton ni son deciden si soy digno de entrar o no en el mundo comercial.
Ya no dependemos de las grandes editoriales para que decidan si tenemos la altura, el nombre, la calidad, la rentabilidad o lo que fuera para publicar o no un libro de lo que sea. Podemos hacerlo, subirlo a Amazon y ver por nosotros mismos si se vende o no.
Ya no son las discográficas las que deciden si alguien nos escuchará, si seremos famosos o no. Ya no necesitamos grandes estudios para grabar demos ni contactos para hacerlos escuchar. Muchísimos nuevos músicos están surgiendo de la nada y sin dejarle guita a los monstruos intermedios.
Ya no son las galerías las únicas que ofrecen arte, deciden sus precios y las condiciones de venta ni son solamente los grandes estudios los que deciden qué películas son buenas, las revistas de siempre no son las únicas revistas. Y, por suerte, para hacer nuestro producto y que en un futuro nos conozcan no hay que gastar necesariamente un dineral en una imprenta, en un estudio de grabación, en un set de filmación ni darle grandes porcentajes a las galerías, editoriales, estudios o bancos de imágenes.
Ya hace muchos años sabemos que los que aparecen en los Oscar, en los Grammy, en ArteBA, BAPhoto, etc. no son necesariamente los mejores sino los que saben llegar hasta ahí, puro marketing, relaciones públicas, acomodos, amiguismos, conveniencias… poco arte, alma, expresión, tendencia, desgraciadamente.
Todos estos viejos estilos de show se mantienen entre ellos mismos. Qué sería de los Oscar sin la televisión? O de BA Photo sin los diarios y las revistas de fotografía? Para despegar de todo esto y lograr un nuevo mundo artístico y expresivo solo nos falta que aprendamos a no comprar sin pensar. Que aprendamos a que las galerías o los organizadores de estos eventos nos muestren realmente lo bueno, no “lo famoso”, “lo que vende”.
Vivimos un momento en que está el juego abierto. El que quiera meterse que lo haga, que investigue, que busque su nicho, que pelee su lugar, que decida cuál es el mejor camino, que se equivoque, que pierda alguna vez, que gane otra, que sea lo que Dios quiera.
Asusta un poco, lo sé. Pero para mi, que soy del gran grupo de los que “no somos nadie”, es grandioso.