Pienso en el concepto de las selfies, como pegaron, como llenaron nuestro espacio visual a puntos altamente insospechados. Bah, al menos, insospechados por mi.
Y siento que, como fotógrafo, hay algo que no vi, que no entendí al pensar mi laburo y encararlo como lo encaré, es decir, ofreciendo fotografías de naturaleza en la Feria Regional de El Bolsón. Pensé en hermosas fotografías de flores, de hongos, de animales salvajes y de paisajes de la Patagonia. Estupendos paisajes de lugares increíbles, de momentos sublimes, de colores inusitados, contrastes, ambientes, sentires… Es decir, imágenes que reflejaran todo lo que pasa por mi alma cuando estoy ante un escenario así, en su intento de representar al menos un poquito de la gloria de Dios, de la perfección del Universo.
Sin embargo, jamás tuve en cuenta que gran parte del público que llega a ese lugar inmaculado, lo que suele hacer es acercarse hasta el último borde, darle la espalda, sacarse una selfie y volver al auto para seguir su camino buscando el próximo momento perfecto.
Decididamente el concepto del “yo estuve ahí” es muchísimo más fuerte que el “estar verdaderamente ahí”.
Y hasta acá podría dejar la entrada si no fuera que este blog está dirigido a fotógrafos o apasionados por la fotografía, y quiero contarles que esta última oración, también aplica a muchísimos de los fotógrafos que conozco.
En sus fotografías, están más preocupados por el “yo estuve ahí” que el “estar verdaderamente ahí” y eso se nota inmediatamente. Podría traducirlo en que muchas veces es más importante el “esta fotografía la tomé yo” que la fotografía en si.
¿Y para qué podría interesarnos saber quién tomo una foto que no dice nada?
Cuántas veces al salir al campo a fotear estamos haciendo selfies sin palito intentando lograr una foto para que los demás admiren en vez de una imagen que nos llene, que exprese lo que estamos sintiendo, lo que nos sorprende, o una mirada diferente de algo conocido, un momento irrepetible, no sé, de eso que nos llamó la atención y que nos lleva a que levantemos la cámara y tomemos fotografías como la mejor forma de calmar esa sed interior de expresarnos.
Sé que por momentos me pongo pesado con este tema, pero es la falencia que más veo en los fotógrafos que están iniciando sobre todo. Su necesidad de sobresalir es más fuerte que su necesidad de contar.
Su necesidad de decir que están viviendo es más fuerte que lo que están viviendo.