
Fotografía de flores con amplio margen o espacio fuera de foco apto para uso editorial.
Todos tenemos un lenguaje interno propio, sin ninguna duda.
Y también creo que todos necesitamos sacar lo que tenemos adentro, de la forma en que podamos hacerlo.
En conclusión: tenemos por un lado necesidad de expresarnos, cosas para mostrar, cosas para decir y por otro, tenemos una forma auténtica de sacar eso al exterior, una forma de comunicar nuestra vida.
Todas las personas necesitan expresarse y por eso escriben, pintan, fotografían, tocan la guitarra, bailan o cocinan, lloran, corren, comen desmesuradamente, van a la cancha o hacen lo que hacen para no explotar. Es decir, vivimos un mix que necesita descargar, expresarse, demostrarse, salir de uno o, simplemente, parar la cabeza.
En nuestro caso tomamos una cámara de fotos y salimos a registrar el mundo. Pero me parece importante recalcar que el mundo que trasladamos al sensor no es el “mundo de todos” sino “nuestro mundo”, nuestra visión de éste y lo que quiero martillar hoy es la importancia que tiene el que podamos mantener esto en el tiempo.
Y aunque trabajemos haciendo sociales, fotoperiodismo, fotografía edilicia, callejera, fotos carnet o cualquier otro de los millones de “tipos” de fotografía que existen y sin importar que sea lo que más nos gusta o no, es importante que, al menos un par de veces al año, llevemos a cabo un proyecto propio, foteando lo que internamente amamos fotografiar, diciendo lo que realmente queremos decir.

Lomas nevadas crean una trama de líneas en el invierno chubutense. Cercanías de Esquel, Chubut.
Yo lo hice durante muchos años con la escritura, escribir por escribir, por descargar, por expresar. Hoy lo sigo haciendo, escribir por escribir, por limpiar el cerebro, por calmar la mente. Y así como termino de escribir quemo las libretas, ya que lo importante no es lo que dicen sino lo que lograron en el momento.
Además, si durante el proceso pintó algo interesante, una idea o una solución a algún problema que me venía rondando, suelo pasarlo instantáneamente a otra libreta en el momento, a veces con el título basta, es simplemente para que no se olvide. Y sigo.
La escritura diaria es importante para reencontrar nuestro centro, para parar la locura dentro del cerebro de mono que no quiere relajarse. Y con la fotografía es parecido, es un hermoso ejercicio sacar el interior en imágenes, ya sea fotografiando todo lo que nos llame, lo que nos pinte, lo que se nos ocurra.
No importa que sea bueno o no, en esos momentos estamos buscando escuchar nuestro interior, intentando entender qué es lo que quiere salir, lo que nos quiere mostrar. No es raro que de estos ejercicios salgan ideas nuevas. Y si el sacar el interior es muy fuerte, podemos encararlo como proyecto, un proyecto nuevo, diferente, diferente de lo anterior y de lo que hacemos cotidianamente.
Pero vuelvo a lo de quemar la libreta, estas fotos no son necesariamente para mostrar, es más, no lo aconsejo. No son parte de nuestro archivo. Podemos borrarlas, dejarlas pasar o esconderlas, no es pecado, no pasa nada. Son solo pensamientos visuales.
Recalco esto porque es común que alguno de los resultados de estos ejercicios nos lleguen tanto, que se nos ocurra compartirlo, pero tengamos en cuenta que es voz interior pura, cruda, algo así como un conducto entre tu carne viva y el exterior. Y puede que no te guste cuando te digan que no es grandiosa, cuando la ignoren, cuando no coseche ni un “me gusta” o cuando te digan que les gustaba más lo otro que hiciste antes.
No hay que confundirlo, el sacar nuestro interior nos ayuda muchísimo a limpiar, a descubrir, a organizar y a encontrar nuevos caminos. Es importante desarrollarlo, escucharlo y dejarlo crecer. Pero es fundamental que sea un proceso solo nuestro. No lo muestres ni busques aprobación, él solito irá tomando forma hasta que haya pasado un tiempo y esté más formado y un poquito menos conectado emocionalmente a tus entrañas.
Para mi, éste es el origen de aquellos trabajos que hoy admiramos, que hoy emulamos y que muchas veces intentamos imitar ya sea consciente o inconscientemente. Y también creo que es la única manera de poder encontrar nuestra voz propia, nuestra voz auténtica, la única que va a completarnos en nuestro arte. La única que va a llenar esa necesidad interna de expresar, de decir, de mostrar y sin importar que a la gente le guste o no.

Ramas coloradas heladas de nothofagus en otoño.
La pura verdad!