Nieblas matutinas se levantan en el pueblo de El Hoyo dejando ver siluetas de árboles y algunas casas. El Hoyo, Chubut. Camino a la estepa me topé con esta escena a solo quince kilómetros de casa. De más está decir que me quedé más de media hora, hasta que el sol disolvió la niebla.
Este es un concepto que leí en algún lado, pero lamento no recordar dónde, dice que uno puede encarar una fotografía, al menos de naturaleza, de dos formas: sembrando la foto o saliendo a dejar que ella se cruce.
Por ejemplo, puedo buscar durante la tarde un paisaje que yo sepa que tiene muchas posibilidades de darme una excelente fotografía al atardecer. Encuentro el lugar, busco la composición y, teniendo en cuenta dónde estará el sol, prepararé el equipo para esperarlo. Un mate y a esperar hasta que el atardecer se acerque, momento donde preparo exposición, verifico el foco, preparo los filtros si pienso usarlos y me dedico a intentar lograr lo imaginado. Esto es sembrar una foto, prepararla y esperar a que crezca y se forme para cosechar el resultado.
Salir de cacería, en cambio, es un poco más hippie. Bah, no hippie, ese es un término bien de por acá, digamos más bien que es más al tun tun (ahora si que usé español hecho y derecho). Por ejemplo, salgo de noche rumbo a la estepa y entro en ésta cuando todavía está oscuro, tomo fotografías del amanecer, me encuentre donde me encuentre, y aunque puedo llegar a anticiparlo algunos minutos, no suelo hacerlo demasiado. Sigo camino atento a qué se cruce, ya sea ave, mamífero o lo que haya en el lugar hacia el que me dirijo. Suelo tener un objetivo, como podría ser “ir a fotografiar Junelias camino a Esquel” (La Junelia es una planta hermosa y sí, tengo que ir camino a Esquel para ir a fotearlas), entonces, mi plan es llegar hasta las Junelias, pero terriblemente atento a todo lo que pueda pasar en el camino. Eso, para mi, es salir de cacería.

De cacería por Paso Córdoba, en la provincia de Neuquén, me crucé con este jinete, su pilchero y sus perros. Ese día tuve una inmensa cosecha gracias a la suerte. Jinete, pilchero y perros se alejan por una ladera de estepa levantando a su paso una nube blanca de ceniza volcánica dirigiéndose hacia un grupo de arbustos rojos y amarillos de otoño. Paso Córdoba, Parque Nacional Lanín, Neuquén.
En mi caso, incluso, al dedicarme a diferentes temas dentro de la misma fotografía de naturaleza, no es raro que muchas cosas diferentes atraigan mi atención. Y así, mientras espero que vengan los cóndores fotografío líquenes o paisajes íntimos o flores.
Igual, creo que tampoco es tan definido como “sembrar” o “cacería”. Se puede planear ir a buscar un buen atardecer a Epuyén pero, como voy un rato antes, si se cruza algo lo foteo. O ir a ver qué encuentro en el Parque Nacional Los Alerces y si me cruzo con una buena luz quedarme a veinte kilómetros de casa foteando o esperando la situación perfecta.
Pero bueno, admito que soy más de cazar que de sembrar. Demasiada ansiedad, demasiados temas, demasiado geminiano o andá a saber qué, pero me encanta estar preparado por si se cruza algo y me aburre muchísimo estar sentado por días viendo si se asoma un yaguareté verde sin hacer nada más.
Y si tuvieras que definirte vos, ¿cómo sos?
Cazador, 99%.
Un poco de cada uno, me gusta acechar cámara en mano y también esperar el momento .