
Una laguna congelada y las montañas lejanas en un atardecer tormentoso en Torres del Paine, Chile.
Lo siento, yo si. Y no tenés idea el mundo que te estás perdiendo.
La fotografía siempre tuvo estos dos pasos: el de la toma y el del revelado. En la primera tomamos muchísimas decisiones, casi todas permanentes y definitivas, pero el segundo paso nos encuentra con un larguísimo camino por recorrer aún y es importante entender los objetivos al “toquetear” nuestras fotos, para que terminen de cobrar vida.
Por las características de los sensores de nuestras cámaras, toda fotografía necesita retoque y éste suele llevarse a cabo ya sea dentro de la misma cámara si fotografiamos en JPG, pues al momento de la toma, a esa fotografía se le otorga un balance de blanco y cierta cantidad de contraste, saturación y nitidez, antes de guardarla en la tarjeta de memoria o, en el caso de las fotos RAW, lo haremos más tarde nosotros en la computadora donde tomaremos todas esas decisiones. Y eso ya es retoque.
Soy de la lejana época en que de la nada aparecieron computadoras personales que hacían gráfica y que, muy lentamente fueron desplazando cada paso de la imprenta tradicional. Recuerdo lo que me decía uno de mis jefes a finales de los ochenta: “Para nosotros, es muy importante que no se note que estas publicaciones están hechas con computadora”.
En aquel momento la gente abusaba de grisados, deformaciones de texto, tipografías extrañamente horrorosas y todas esas novedades que nos ofrecía el nuevo medio, lo que llevó rápidamente a un diseño sobrecargado y bizarro, debido a confundir “nuevas posibilidades” con “nueva estética”.
Con la fotografía digital hace años que viene pasando lo mismo. No tenemos que usar todas los efectos y posibilidades que tenemos a nuestra disposición solo porque están en Adobe Photoshop, Adobe Lightroom o el programa que usemos para trabajar nuestras fotografías. Para mi, el buen retoque es el que no se nota o que, aunque se vea, no nos hace pensar que hay algo raro, que hace ruido.
Todo lo que no aporte a la imagen, molesta, y un retoque exagerado suele restar más que sumar. El buen procesado de la foto contribuye a que nuestra experiencia visual sea lo más completa, natural y agradable posible.

Agua movida y con efecto seda cae sobre las piedras en Lago Puelo, Chubut.