La vida fue transcurriendo como siempre.
Y uno, creciendo entre los mandatos necesarios y las rebeldías obvias. Pero esas rebeldías de juventud que no cruzaban “esa” línea donde se convertirían en verdadera cagada. Más que mal, fui haciendo todo “bien”, mezcla de “como corresponde” y “como me pinta” (aunque ahora, de grande, me doy cuenta que fue un como corresponde casi completo pero eso será tema para otra entrada, me pa). Por “todo bien”, léase estudiar, terminar el secundario, luego la universidad, laburar, casarme, laburar un poco más, ahorrar, comprarme el departamento, el auto, formar una familia, seguir sueños, concretar muchos y unos cuantos etcéteras más. Todo bien, no pasa nada. Estos, serian los macroconceptos del “corresponde”, los grandes hitos en la vida de uno. Gracias a Dios la mayoría salieron bien, algunos medio pifiados pero, con el tiempo, todos tuvieron su sentido y me alegro que hayan estado también.
Y uno, creciendo entre los mandatos necesarios y las rebeldías obvias. Pero esas rebeldías de juventud que no cruzaban “esa” línea donde se convertirían en verdadera cagada. Más que mal, fui haciendo todo “bien”, mezcla de “como corresponde” y “como me pinta” (aunque ahora, de grande, me doy cuenta que fue un como corresponde casi completo pero eso será tema para otra entrada, me pa). Por “todo bien”, léase estudiar, terminar el secundario, luego la universidad, laburar, casarme, laburar un poco más, ahorrar, comprarme el departamento, el auto, formar una familia, seguir sueños, concretar muchos y unos cuantos etcéteras más. Todo bien, no pasa nada. Estos, serian los macroconceptos del “corresponde”, los grandes hitos en la vida de uno. Gracias a Dios la mayoría salieron bien, algunos medio pifiados pero, con el tiempo, todos tuvieron su sentido y me alegro que hayan estado también.
En el día a día no es muy diferente. Desayunamos como corresponde y encaramos el laburo lo mejor posible. Lo que noté, con el tiempo, es que no es que uno hace mal su laburo, sino que no sabe cuál es realmente o se va desviando.
En mi caso entré en la fotografía de niño y en todos estos años investigué mil formas de fotografiar, luego hubo un tiempo en que hice mucha foto de viajes, retratos de otras costumbres, culturas, lugares y personas. Pero en la fotografía de naturaleza pura entré recién hace ocho años y, lo que giraba en mi cabeza al arrancar, eran unas fotografías de una amiga de mi esposa, llamada Lili Gelman, que hacía fotos de flores casi absolutamente fuera de foco pero combinando los colores de las mismas de una forma alucinante. Comencé buscando esta onda, pero rápidamente fui poniendo todo cada vez más en foco, es decir, haciendo fotografías como corresponde. Este “corresponde” que puede leerse también como lo normal, lo habitual, regla de los tercios, blancos y negros que son blancos y negros, sujetos definidos, líneas conducentes, etc… lograba que la devolución del público fuera mucho más amable, más de aceptación, más amorosa. Tanto en las redes sociales, en la feria misma como en las exposiciones el público en general suele aprobar una estética aceptada, dominada, sin interacciones que no se comprendan. Y el que les guste, vuelve en forma de mimos, por suerte.
El único problema es que este estilo en si mismo, no me cierra a mi. Todo un detalle.
Y fue así que entre tanto foteo me fui alejando de mi onda, de mi búsqueda, de mi visión. Es tan fuerte nuestra necesidad de ser aceptados, agradar, vender o ganar premios (otras formas de reconocimiento), que solemos mover el camino un poquitito para adaptarlo hacia donde va lo conocido y aceptado.
Por eso me encantó que, ante un problema técnico con el equipo, no me quedara otra alternativa más que volver al origen. Y el origen es tan confuso y caprichoso como lo era en el dos mil seis. Me encuentro con sorpresas constantemente, con juegos diferentes. Ya no sé cuál es el sujeto principal, debo buscarlo en cada foto mientras siento los colores, las líneas y las texturas que dibujan los desenfoques en el cuadro. Quiero que entiendas de qué es la foto, pero pienso que su valor está en el mimo visual que te realizará. No busco el choque, el despertar, la denuncia o que te des cuenta que el mundo está todo completamente podrido y el único que se da cuenta soy yo, no, al contrario, el mundo es bellísimo y nosotros, de a poquito, fuimos desviándonos del camino y convertimos nuestra idea de mundo en algo imperfecto, corrupto, nefasto o como quieras llamarlo. Nos compramos los noticieros y los hicimos carne, nos fumamos las tragedias, las películas de terror, las de guerra, las de acción y toda esa huevada. Es lógico entonces que, lo que no hable de semejante realidad se vuelva “la pedorra autoayuda” o cosas parecidas. Bien, perdonen, deliré, vuelvo. En esta nueva onda quiero devolverte un poquito de la magia de la naturaleza, de la perfección de ese mundo, la belleza del color, de los detalles, de la paz que puedan transmitir. Se que en la pantalla durará solo unos pocos segundos, pero estoy buscando alternativas para que puedas tenerlos a la vista un tiempito más.
Así que, volviendo a la idea de lo que corresponde y lo que no, de lo que sale bien y sale mal pero que, a la larga salió bien. La de las rebeldías adolescentes que de tan conocidas ya forman parte del “como corresponde” (mientras no nos lo crean los adolescentes porque sino no las harían).
Las fotos que subo hoy son, justamente, las fotos que no “corresponden” ni dentro de mi nuevo lenguaje visual. Son las que salieron mal, como ellas quisieron, en las que les pifié en algo. Y me encantó ver que estos “errores” fueron y serán, de alguna manera, los que pueden llegar a marcar los nuevos caminos o nuevas búsquedas en el futuro.
Abrazo y gracias por leer.

Ufff qué mala foto, tenés mas como ésta? jajaja es una pasada!
Es verdad, no hay malas fotos, hay fotos diferentes. Despues de todo, quien sabe si te salió mal o ex-profeso?
Probá a ponerlas y saldrás de duda.
Me gustan mucho tus errores. Vale la pena. Siempre se crece, bs.
pues si esos son tus errores…