No es raro tener trabas creativas. Y en eso andaba hace unos días, dudando de todo.
Pero de repente aparecieron unos libros que hablaban de eso y estuve leyéndolos. Y ahi, dicen y repiten que si uno está medio bloqueado lo mejor es trabajar, lo que sea, lo que pinte. Es mejor que la inspiración nos agarre trabajando o, más bien, ella siempre nos agarra trabajando, y no lamentandonos porque nuestras musas se fueron a dormir.
Y eso fue lo que me propuse el viernes pasado al salir a buscar cóndores, estar afuera, tener la cámara en la mano. Y no importaba si había cóndores o no. Y como siempre, acá nomás, al salir de casa, me topé con esto que resultó ser lo mejorcito de todo el día. Y no solo como paisaje, sino también como disparador para un nuevo estilo, una búsqueda, un juego diferente.
Muchas veces sentimos que no sabemos qué hacer o que el tiempo pasa volando, que no tenemos tiempo para llevar a cabo tal o cual acción, y generalmente son cosas que nos gustaría hacer, como salir a fotear a los que le gusta, pintar un nuevo cuadro, anotarnos en el coro local, pasear con tu hijo, tomarte un fin de semana de descanso en algún lado lindo. Pero no, no solemos tener tiempo para eso.
Sin embargo, si por un momento hicieras las cuentas del tiempo que pasás en facebook o delante del televisor, te darías cuenta que no es tiempo lo que falta, sino metas, caminos, direcciones. Pero no me voy a adentrar mucho en esto hoy.
Hoy solo dejo nieblas, muchas nieblas.
Paisajes mitad tapados y mitad descubiertos.
Insinuaciones.