La semana pasada noté que no tenía mucho para decir. Y es que, a veces, tenemos más preguntas que respuestas, más dudas que opiniones o más enigmas que certezas.
Y cuando estoy así, prefiero no escribir, ya que debo forzar algún tema cuando en realidad tengo más ganas de absorver.
Pero como siempre, a poco de aflorar estos estados de duda empiezan a gestarse indicios de respuestas o, más bien, de alternativas que abren caminos nuevos, carteles de dirección, salidas o vaya uno a saber qué.
Y ayer, como todos domingo en que puedo, desayuné leyendo blogs (si, de fotógrafos, no sea cosa que me vaya de tema). Y entre la pila de blogs que tenía atrasada, fui siendo conducido a lugares poco comunes, hacia un estilo de fotografía que no es el mío pero que me llamó tanto la atención que pasé gran parte del día investigandolo y de a poquito fui sintiendo que había algo ahí. Y aunque no sepa bien para qué, provocó que empezara a leer un libro que tengo hace tiempo (digital, desde ya) y que me siempre pateaba par más adelante porque pintaba que podía ser un embole. Pero no. Resultó absolutamente “revelador”.
Y todavía no he llegado mucho más allá. Es decir, no estoy en la respuesta, ni siquiera en el indicio de la misma sino que sigo en la pregunta. Pero es una pregunta que ahora puedo hacerme tranquilamente, puedo enfrentarme con ella. Pues de a poco voy obteniendo información aislada, separada pero que suma. Y cada una partecita de estas es como un pedazo del puzzle que va tomando sentido para encontrar, cuando corresponda, la respuesta.
Por eso hoy les muestro caminos, no llegadas.
Intermedios. Transiciones. Lineas.
Es decir, la vida.
Abrazo.
Es que tus caminos pibe…no son cualquiera. Tampoco cualquiera puede ir a buscar respuesta a esos caminos. Lo que me extraña es que tengas dudas.
Besos.