Muchas veces pienso en volver al lugar donde estuve en otra ocasión. En su mayor parte, esto se debe a que al llegar en casa encuentro que algo no estuvo bien, que le pifié en algún parámetro o que podría haber hecho algo diferente. Y nunca, pero nunca, vuelvo a encontrar lo que creí que vería al regresar al mismo sitio.
Esto me recuerda el tercer acuerdo (del libro de Los cuatro acuerdos, de Don Miguel Ruiz), “no hagas suposiciones”. Desde ya que el libro se refiere a las relaciones con las personas o las cosas que nos preocupan y quizás no tanto a las fotografías, pero yo sigo haciéndolas, ya que día a día, la fotografía me demuestra que nunca se da. Aunque me pare en el mismo lugar, mire en la misma dirección, use la misma lente y la misma cámara… Cambia la luz, las nubes, el hielo o lo que fuera. Ni siquiera puedo repetir el clima de la foto ya que tampoco puedo imitar mi estado de ánimo, mi cuelgue, mi conexión con la fotografía, el mundo o el arte.
Y me encanta que sea así, aunque no lo acepte (concientemente). Ya que cada día vuelvo contentísimo con lo nuevo que me fue brindado, fuera lo que fuera.