Pienso en esta foto que ya quería subir la semana pasada e intento relacionarla con el fin de semana que pasó, de la charla en Trevelin y el lunes compartido con la gente del COA Diucón de Esquel. Y no se me ocurre, salvo que ambos tratan acerca de aves.

Aprovecho para contarles, a los que no pudieron asistir, que se perdieron excelentes exposiciones de Lorenzo Sympson acerca de el cóndor andino y de Javier De Leonardis que trató de las aves de Gujarat, en India. Respecto a mi charla, esta fue exactamente como debía ser, un soberano e insoportable manojo de nervios que desaparecieron en el momento en que me paré frente al público y, ya jugado, no paré de hablar por miedo a quedarme petrificado. Al punto, que preferí largar el micrófono y darle a pulmón limpio. Liberar mis manos me dejaron volar como un ave y, muy posiblemente, mandarme cagadas como el pato con el que ilustro la entrada.

Pero bue, si hubo cagadas nadie me lo dijo y si  no fue así, mejor. De cualquier manera estuvo muy lindo agitar un poco los brazos y casi gritar lo divertido, estimulante, complicado, llamativo, calculado, estudiado, relajante, satisfactorio, improvisado e interesante que es hacer fotografia de aves. Lo cual, desde ya, no es más que una pequeña muestra de lo apasionante que es dedicarme a la fotografía (en mi caso) o, sea lo que sea en el tuyo, lo bello que es dedicarte a hacer lo que viniste a hacer realmente a este mundo.