Jueves pasado. A las 11 como muy tarde, tenía que estar en la feria armando el puesto para que no llegaran los turistas y me agarren con cara de “y este fierro donde va?”. Me lleva una hora más o menos armar todo así que no puedo darme el lujo de salir muy tarde. 10.30 de la mañana salgo con el grupete de hierros estructurales para subirlos al techo del auto. Los subo, los ato, me congelo las manos. Una helada terrible había caido y estaba todo el autito congelado.
Busco luego una escalera que tenía que devolver y voilá, cuando voy a ponerla, también en el techo pero del otro lado, me encuentro con un panorama hasta este momento desconocido. Una ventana del auto estaba absolutamente congelada (esto no es raro) pero congelada de una forma diferente, artística diría. Como que la helada se puso a dibujar figuras y componer imágenes en mi ventanita. O como si se le hubiera dado por el grabado pero con hielo y en el vidrio. Vaya uno a saber.
Miré, subí la escalera, miré la hora y volvía a mirar el vidrio. Fui a buscar el bolso con la cámara, lo cargué en el auto y até la escalera sin dejar de mirar el vidrio y el reloj. Y me ganó, el vidrio porque decidí sacarle fotos, y el reloj porque no me jugué a entrar de nuevo en casa, sacarme las botas, buscar el trípode, el objetivo indicado y toda la parafernalia necesaria para sacar las fotos bien. Sabía que podría arrepentirme luego, es más, era casi seguro, pero bue, agarré lo que tenía a mano y jugué con el vidio y las fotos durante tres o cuatro minutos, calculando que al otro día habría una nueva helada y podría seguir jugando.
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Hace mucho tiempo leí un libro llamado Ciudades Invisibles, de Italo Calvino. Absolutamente recomendable. Si mal no recuerdo era Marco Polo contándole al Gran Kan de las ciudades que había visitado, todas con nombres de mujeres y absolutamente fantásticas. Pero con tan bella descripción que las ves a medida que leés el libro. Y traigo esto a cuento porque sentí que la experiencia de la ventana había sido algo parecido.
Cuántas veces planeamos viajes larguísimos en busca de santos griales como merecidos descansos o afectos extrañados, cuántas veces recorremos kilómetros buscando imágenes o experiencias o, cuántas veces nos quedamos con las ganas, envidiamos a otros o, simplemente, postergamos nuestras experiencias pensando que “si pudiéramos”, “si tuviéramos” y vaya a saber uno cuántos “si…” más, nuestra vida hubiera sido diferente o hubiéramos encontrado ese cáliz divino, la pareja esa que no aparece, viajado por el mundo, tenido la casa soñada o lo que fuera. Y yo, estos días, pensaba justamente en que me estaban faltando motivos, sujetos, ideas para fotografiar. Que el problema era que no tenía definido el día para tomarme e irme a buscar cóndores, cascadas, águilas o paisajes.
Y ahí, en el fondo de casa, en el autito de siempre, de golpe y sin preaviso, encontré una ventanuca de 40 por 30 centímetros como mucho, llena de paisajes nuevos, de hojas extrañas, de bosques de pinos, de luces nuevas y vaya a saber cuántas cosas más. Y lo sentí como si Dios fuera Marco Polo y a través de este vidrio me contara de las infinitas ciudades invisibles que había recorrido.
Y acá les muestro lo que pude rescatar de eso. Que lo disfruten.
Hola Leo,
Hoy si que no se que decirte. Lo único que puedo decirte y que me enseñó la experiencia de buscar es que, cuando dejas de buscar seguro que encontrás. Ahi tenés. Son fascinantes esas fotos, mágicas, inéditas y posibles, porque vos tomaste la cámara en lugar de un trapo. Eso es ser co-creador.
Imagino lo que habrá sido el resto de tu dia pura dicha.
Besos
Y, si te digo que me morí de frío me creerías? Beso y gracias. Leo
Buenisimas fotos! gracias por compartir. (me imagino que habrás viajado con la ventana congelada para no romper esa obra de arte…jeje) Saludos
Obviooo!!! Además llegaba tardísimo así que ni tiempo de descongelarla… abrazo. Leo
Quien diría que eso lo sacaste de una ventana congelada! Geniales las fotos Leo. Un placer, como siempre! Abrazo
Gracias Caro, abrazo pa ti.