Este post, es algo así como un pequeño paréntesis entre las entradas del viaje al Parque Nacional Lanín, para explayarme un poco más en la historia del radiador. En realidad quería dejarla pasar, pero a pedido de Uka por un lado y porque creo que se lo merecen, aqui va.
Todo empieza un poco antes, el primer día. Salgo de Puelo al mediodía. Manejo hasta Confluencia, de ahí Paso del Córdoba, Lago Meliquina, fotos por todos lados, manejo y foto, manejo y foto. Se me iba la luz, se terminaba el día, yo en medio de algo tan espectacular y sin tiempo. Comía el proyecto de ensalada que me había llevado entre paradas, no hice mate para no perder tiempo. Conclusión, llegué tipo 8 de la noche a San Martin hecho pelota, cansado, pero contento porque pintaron buenas fotos.
El plan para el día siguiente sería ir hasta el Escorial, ver el bosque de raulíes a pleno, también algunos Robles pellines que recuerdo había por ahí y, porqué no, un bosquecito de araucarias que hay en el camino. Todos árboles que no se encuentran en nuestra zona. El último día, iría a Hua hum todo el día. Finalmente, la vuelta, sería por 7 lagos y, de esa manera, tendría más o menos cubierta la zona. El único problema de este plan, es que llegaría hecho un trapo, cansado, podrido de estar con el culo en el auto y sin haberme relajado un catzo. Ni hablar, que todos los planes respecto al mercadeo de mi pseudo mini empresa quedarían para la vuelta mientras espero a Ale que salga de inglés. Sip, no me cerraba demasiado tanto auto, locura y corridas, pero era mi posibilidad.
Este segundo día, el lunes, amaneció mejor de lo que anticipaban, y así me largué rumbo al Escorial (para los que quieran ver un mapa, busquen San Martin de los Andes, un poquito al norte el lago Curruhué chico, luego Curruhué grande, Laguna Verde y luego viene El escorial (no es un lago, sino una mancha en el mapa que cae en el lago Epulaufquen), después de eso están las termas de Lahuen-Co y finalmente la frontera con Chile. Bien, el día fue un diluvio, como habrán leido en la entrada anterior y un camino en muy mal estado (ya me lo habían anticipado) terminó de pudrirme.
Estaba comenzando la vuelta e eso de las cuatro y media de la tarde, cuando noto la temperatura del auto por las nubes. No! que cagá! Paro apenas cruzo un puente y voy a mirar. El radiador perdia lenta pero constantemente su líquido rosado. Metia mano pero no podia descubrir de donde, y se iba. Paré una camioneta. El conductor macanudísimo ofreció remolcarme pero no podría ser, con el auto parado no tengo frenos ni direccion, con el auto andando se recalienta porque no tiene agua. Llamame una grua. En serio? Qué otra me queda? Bue, suerte, te garantizo que te la llamo y te la mando.
Rapido chequeo de mi situacion. Nada de comida (igual tengo reservas para un par de dias…), agua si pues estaba al lado de un arroyo. Atras tenía la carpa, la bolsa de dormir, pero llovia, así que dormiría adentro del auto si la grua no volvia. Estaba empapado. Esperando, pensando, veo al lado del auto un pendrive en el suelo. Lo levanto, lo miro y me rio. Esto es típico, es la clásica señal de lo que llamamos una “lila,” es decir, una “joda” del universo. Qué caranchos hacía un pendrive en medio de un camino así? Puede parecer mentira, pero eso me sacó las dudas. Calculé por primera vez que si el universo lo quería, podría pasar la noche en San Martin, yo solo tendría que intentar hacer mi parte. Entonces, agarré las botellas que tenía, bajé al arroyo y con ellas cargué el radiador de nuevo. Mire. Perdía pero no tanto. Las recargué, también los termos y cualquier cosa que pudiera cargar agua. Volví al auto desde el arroyo y vi que no había perdido nada de agua. Lo prendí.
Viendo que no se iba instantaneamente, decidi jugarmela e hice tres kilómetros. Ahí, sin apagar el motor, me bajé y miré. Había perdido menos de medio litro de agua. Lo repuse y seguí. Mi idea, era acercarme lo que pudiera a la portada, la ruta, una casa de guardaparque o algo más agradable para pasar la noche. Seguiría hasta que me quedara sin agua para reponerle o calentara o pasara algo que no me diera buena espina. Parando cada cinco kilómetros llegué al siguiente arroyo. Recargué las 4 botellas de medio litro que había usado. El siguiente apareció a las tres botellas y media. Y así iba avanzando, agradeciendo al cielo que me dejara volver, desempañando lo mínimo para que no recalentara el auto, sin acelerar casi, usando las bajadas en punto muerto… En gendarmería me dieron un bidon de 5 litros que llené de agua, podría llegar a la ruta. En la ruta, repuse el agua en la policía, siempre avisando que pararan al auxilio para que no fuera al pedo.Y así, despacito, parando y recargando fue como llegué a San Martín, y al hotel. Y estacioné el auto, bajé las cosas y lo cerré. No podía creerlo pero ahí estaba.
Siendo primero de mayo el día siguiente ni intentaría buscar quien lo repare, así que me fui a caminar. Seis kilómetros de ida, foteo sin nada interesante por un rato y seis de vuelta. Durante la tarde, estuve en un hermoso bar irlandés, comodísimo, donde pude sacarme las ganas de relajarme. Ahí limpié el pendrive que había encontrado. No fue difícil, estaba en muy buen estado. Quedó impecable y lo puse en la compu.
Adentro, encontré 5 discos de música new age con onda hindú de un tal Shanti (Segun Wikipedia: Shanti (del sánscrito शािन्त śāntiḥ) significa paz interior o paz en la mente y se refiere al hecho de estar mental o espiritualmente en paz…)
PD: Escribí esta entrada solo por la historia del pendrive. Creo que muchas veces nos hace falta entender estos juegos divinos. En mi caso el que haya sido música hindú me refiere directamente a SaiBaba, del que lei el concepto de lila, pero no hace falta atribuirlos a una creencia específica pues llegan en formas variadísimas. Y siempre, siempre, son esas pequeñas señales las que marcan la diferencia en nuestro interior entre “problema” y “prueba”.
Es increíble. Bien cierto es cuando dicen que ‘el bosque no nos deja ver el árbol’. Tenés que encontrar un pendrive fuera de contexto para darte cuenta de que Dios, o como quieras llamar al Creador, te habla y te pone pruebas? Me queres decir de dónde crees que salieron esos paisajes maravillosos, impresionantes,fascinantes, grandiosos, inconcebibles, majestuosos y esplendidos ( por usar solo algun adjetivo, jaja) que estás fotografiando hace dias y maravillandonos a todos?
Pero eso suele pasarnos a todos.
Estas dos fotos ,como dirian acá, son la leche! El que pintó la barandilla del puente en amarillo sabia lo que hacia, se adelantó al otoño para eternizarse en las fotos.
Segui sorprendiendonos Leo, disfrutamos con tu arte. Te merecias el pendrive, jeje
Uka
Que tía te ligaste!
ni que lo digas, una idola!!!
Estoy pensndo en alquilarsela a mis amigos fotografos así levantan la autoestima!!!! jejeje
besos!