Tema delicado el de hoy. Y, como siempre, no lo he preparado lo suficiente como para no mandarme ninguna, pero bueno, intentarelo igual.
El miércoles pasado, se reunió el Concejo Deliberante de El Bolsón para tratar, entre otras cosas, un proyecto que es bastante conflictivo. Por ese motivo, un grupo de vecinos bajó desde Mallín Ahogado para defender su posición, en contra del mismo, en la vereda del edificio en que se llevaría a cabo la sesión. Como se sabía que esto ocurriría, también vino un grupete de gente a favor del proyecto y, como era de esperar, ambos se encontraron en la puerta del Concejo.
No se sabe quien empezó, pero la cosa terminó a los sopapos, piedrazos y otros destrozos antes de empezar a sesionar. Se llamó a la policía unas 4 veces pero esta no asistió por no estar capacitada para disolver disturbios (eso fue lo que dijo, al menos). Para eso está el BORA que es la brigada antidisturbios de Río Negro o de Operaciones especiales o no se que, el tema es que cuando vienen y se arma, reparten palo a diestra y siniestra. No son nada queridos en la localidad ni en ningun lado por represores.
Represores, esta palabra que por momentos solo se ve asociada a dictadura militar o policía, pero que cuesta asociar al “te cago a trompadas porque pensamos distinto o porque no haces las cosas como yo quiero que las hagas” (desgraciadamente una actitud demasiado típica, al menos por acá). Me encanta que asista un gran número de personas a una protesta, el problema es que esta multitud enardecida suele desbandarse, no es raro y siento que esto también es represión. Escuchaba la radio al día siguiente, hasta que el locutor le preguntó al entrevistado si no le parecía lógico que la cosa llegara al disturbio porque la gente no se sentía escuchada… Es decir, hasta en frío podemos pensar así.
El sábado siguiente, un amigo me contaba que en donde vive le habían dicho a un vecino fiestero que se calmara porque sino tendrían que rajarlo ya que en ese barrio vivían familias y no tenían por qué aguantarse sus fiestitas cada noche hasta cualquier hora. Al preguntarle cómo efectivizarían tal amenaza, me respondió que a trompadas… No es represión eso? Esté de acuerdo o no con él, me parece que no es la forma tampoco.
Me da tristeza, muchísima. Noto que es casi imposible que podamos discutir o intercambiar ideas sin llegar al momento represivo, en cualquiera de sus diferentes escalas. No necesariamente trompearse o asesinar, puede ser simplemente darse vuelta e irse, dejar de escuchar o cambiar de tema para no seguir hablando del asunto.
Y pensaba, qué diferencia hay entre esto y el BORA? Que son garpos? Que su oficio es reprimir (o controlar)? Ojo, aclaro, no me caen nada simpáticos, pero tampoco cualquier persona que recurra a la agresión como forma o método de imponer sus ideas.
En fotografía necesito el contraste o la diferencia, para resaltar lo que quiero decir. Una foto monótona puede funcionar, pero dificilmente lo haga más que otra en que puedan verse diferentes formas, colores, texturas, brillos, etc…
Como decía hace poco, el contraste enriquece, solo tenemos que saber cómo “usarlo”, cómo aprovecharlo para que nos sirva a todos.
Hoy me doy cuenta que así como intento combinar los diferentes sujetos en mis fotografías, también yo soy parte de la fotografía universal, y como tal, debo aprender a posar junto a alguien diferente para que la obra sea efectiva. Y no solo yo, vos también. sos parte. Te prendés?
Concuerdo con vos en la reflexión, y te agradezco que trates de poner en palabras lo que sentís frente a situaciones como estas. Si muchos de nosotros, cada vez más, nos sentáramos a pensar en las cosas que nos pasan día a día, acá en las grandes urbes pero también en lugares aparentemente apacibles e idílicos como El Bolsón, mejoraríamos mucho la vida que vivimos. Pero el primer impulso sigue siendo “lo cago a trompadas”… o que vengan otros y lo hagan por mí. Pero después, cuando le rompen la cabeza literalmente a alguno, nos enojamos con el señor del garrote. Más diálogo, aunque nos cueste tiempo y paciencia, y menos actos de violencia, vengan de donde vengan.
Gracias otra vez.
Un abrazo,
Alicia