Decididamente estoy cada vez más lúcido en lo que se refiere a fotografiar aves.
Caliente con probar un poco mejor el nuevo lente que compré para fotografiar pajaritos, me fui la otra mañana rumbo a una laguna donde la primavera anterior vimos bastantes plumíferos. Siendo invierno supuse que no habría tantos pero igual fui. Bien, no había ninguno. Cero. Nada. Ni las cacas dejaron los ingratos.
Puede que eso fuera porque hacían como 5 grados bajo cero y la laguna estaba absoluta y totalmente congelada. Entonces no tendrían nada que hacer ahí, pero bueno, no pido un flamenco bailando la polca, pero gustoso aceptaba una gallareta ligas rojas patinando en el hielo…
Luego de quedarme con los dedos duritos del ofri seguí camino o, para ser exacto, emprendí la vuelta rogando encontrar algo que valiera la pena gatillar.
Llegando a Maitén finalmente aparecieron unos cuantísimos caranchos, digamos unos 30 para ser estimativo. Y todos estaban en fila en el alambrado esperando su turno para comer. Estacioné el auto bien cerquita de la liebre muerte y comencé a sacudir. Hermoso, divino, justo lo que necesitaba, aunque no hubiera mucha luz y la velocidad fuera medio lenta, pero bue, al menos no tenía sombras fuertes.
Caranchos yendo y viniendo, peleando, alguna que otra Aguila Mora fueron los resultados de esa jornada.
Pero la mejor fue ver que este lente, cuando me pongo las pilas, no tiemblo y enfoco bien, anda del soberano carancho… Así que espero traerles fotitas nuevas bonitas….
un abrazo a tuitos. Leo