Hace rato estoy buscando algo, el problema es que no se realmente qué es.
Podría ser un paraguas, ya que no deja de llover casi, pero sé que no lo es, no, es algo para fotografiar, pero no porque no haya nada, sino que…
Bien, más o menos así vienen mis salidas fotográficas. Estoy en plena época de flores. Además justo había “asumido”, si es que así puede resumirse, que lo mío era calzar el macro (léase: objetivo para fotografiar flores, hongos, insectos y demás cosas chiquitas) y buscar flores nuevas o hacer nuevas tomas de flores ya conocidas… Pero no, la cosa sale como quiere, y ahora lo hace en forma de claroscuros.
Así, como si nada, de golpe empecé a ver luces por todas partes. Si, lo sé, si me considero algo fotógrafo debería verlas hace rato. Pero no che, no se dio así, las empiezo a ver ahora. Al menos en lo que hace a mi nueva etapa de fotografía. No veo colores, sino luces y, obviamente, su opuesto o, más bien, su compañero, la oscuridad.
El otro día subí al Piltriquitrón para ver si encontraba un pájaro carpintero que tuviera ganas de hacerse famoso y posar para mi cámara. Y no. Aunque un hembra podría haber intervenido ya que es monocromática, no. Hubo nieve y piedras solamente, es decir, un típico día de luz y sombra. A la mañana siguiente cuando, en mi descenso andaría por media montaña, salió el sol, derritió la nieve y volvió a convertirse en el Piltriquitrón que debería ser en esta época del año.
Así que bue, aquí van algunas muestas de luces.
Están bien?
No lo se, simplemente están y según parece son parte de mi nueva realidad, obviamente, hasta que no lo sea más.
Es obvio?
Si, pero no tanto.